viernes, 31 de agosto de 2012

Prostitución IV




En la Edad Media, los prostíbulos se identificaban mediante un ramo de flores que se ponía en el dintel de la puerta, de ahí que se llamase rameras a sus inquilinas.

La influencia de la prostitución ambulante en las ferias y mercados es uno de los rasgos característicos de esta época que excedió considerablemente a la antigüedad en tal concepto.
Lo propio puede decirse de las grandes fiestas populares como las de los Santos, de Pascua y Carnaval, de los torneos, peregrinaciones y romerías.

En cuanto a las grandes expediciones militares como las de las cruzadas, hay que decir que los puertos de mar como Hamburgo, Venecia, Nápoles y Lisboa, eran centro de una enorme prostitución como lo atestiguan las poesías de la época.

No poca influencia ejercieron también en ella las gentes de condición servil, que no dejaron de existir en toda la Edad Media.

Así, en Bizancio, a pesar de las prohibiciones de la emperatriz Teodora, hubo un gran tráfico de esclavas. Lo propio en Italia y en Grecia, no obstante renovarse los edictos persiguiendo tan vergonzoso trato.

En las mancebías estaban tratadas las mujeres como verdaderas esclavas, y lo propio acontecía en todo el Oriente musulmán, lo que se refleja en la literatura de aquel tiempo.

Alfonso el Sabio de Castilla reglamentó ya la prostitución, ofreciendo cuadros vivos de ella las inmortales obras de Fernando de Rojas y del Arcipreste de Talavera.

Los castigos aplicados a los proxenetas, y que se encuentran en todos los países de Europa eran muchas veces ilusorios, y, cuando más, no tardaban en caer a poco en desuso.

En 1254, el Rey Luis IX decretó el destierro de todas las prostitutas de Francia, pero cuando comenzó a aplicarse el Edicto, se comprobó que la promiscuidad clandestina reemplazaba al anterior tráfico abierto, lo que indujo a revocarlo en 1256.

El nuevo decreto especificaba en qué zonas de París podían vivir las prostitutas, reglamentaba su forma de actuar, la ropa que podían usar y las insignias que las caracterizaba, se las sometía a una inspección y control de un magistrado policial, que llegó a ser conocido bajo la denominación de ‘rey de los alcahuetes, mendigos y vagabundos’.

En su lecho de muerte, Luis IX aconsejó a su hijo que renovara el Decreto de Expulsión, cosa que éste hizo con resultados similares a los anteriores.

En general, las prostitutas de la Edad Media ejercían su comercio como gremio reconocido, figurando en las entradas solemnes de príncipes en las poblaciones festejándoles con ofrendas de flores.

No era infrecuente tampoco que las visitasen entonces grandes dignatarios, que por otra parte las obsequiaban con regalos para bailes y festejos.

Tal ocurrió en Viena durante el reinado del emperador Segismundo en 1435 y en Praga en el del emperador Alberto II.

Las ordenaciones acerca del comercio de las prostitutas eran tan comunes como minuciosas, negándoseles, sin embargo, el derecho de ciudadanía a partir del siglo xv.

Se las obligaba a usar trajes especiales, separándolas de las mujeres honradas, incluso en las tumbas, reservándoselas lugar aparte en las iglesias.

Tampoco debe olvidarse que la escasa población y menor riqueza de las ciudades medievales impidieron el lujo y esplendor que acompañó al desarrollo de la prostitución en Grecia y Roma.

Sólo en el oriente bizantino e islamita se hallan ejemplos que recuerdan los de las modernas urbes mundiales en esta parte.

Donde más parece haberse concentrado el ejercicio de la prostitución es en las grandes villas universitarias, como Padua, Florencia, París, Heidelberg, Oxford y Salamanca.

Los moralistas no cesaron de clamar contra esta proximidad cual lo demuestran en el siglo xIII las invectivas de Jaime de Vitri.

Lo propio se observa en Italia por parte de Eneas, Silvio y del Panormita, condenando la inmoralidad de los estudiantes de Siena.

Era deber de los rectores vigilar que los estudiantes no saliesen de noche para evitar la frecuentación de tales mujeres. Sin embargo, tales disposiciones eran poco respetadas, renovándose sin cesar con los abusos y escándalos que se venían sucediendo.

En Inglaterra había una cadena de burdeles cerca del puente de Londres, que en un principio obtenía su licencia del Obispo de Winchester y luego del Parlamento.

En 1611 bajo el reinado de Enrique II se dictó una serie de ordenanzas, con las que se trató de evitar la propagación de las enfermedades venéreas. Por las mismas se prohibía a los dueños de los establecimientos que tuvieran mujeres atacadas por esas enfermedades, como también la admisión de hombres que sufrieran "males nefandos".

Con el advenimiento de la Reforma, las costumbres cambiaron totalmente, y se insistió sobre la necesidad imperiosa de la castidad.

En 1650, en Inglaterra se llegó a considerar la fornicación como una felonía, que al reiterarse podía acarrear la pena de muerte.

A partir de este año las prostitutas comenzaron a ser juzgadas por tribunales civiles y no eclesiásticos, se las condenaba por indecencia pública o alteración del orden.

En 1751 comenzaron a cerrarse los burdeles y desde entonces la legislación se ocupa de las ofensas contra la decencia en lugares públicos y trata de castigar, especialmente a los intermediarios de la prostitución.

En la España de los Austrias (s. XVI), para que una joven pudiese entrar en una mancebía, o casa pública de prostitución, tenía que acreditar con documentos ante el juez de su barrio ser mayor de doce años, haber perdido la virginidad, ser huérfana o haber sido abandonada por la familia, siempre que ésta no fuese noble.

El juez procuraba disuadir a la aspirante con una plática moral, y si no la convencía, le otorgaba un documento, donde la autorizaba para ejercer el oficio.

En el siglo xv, las mujeres se agrupaban en mancebías enormes, cercadas por murallas, en las que su número llegaba a centenares.

Estos establecimientos fueron reglamentados por Felipe II, suprimidos por Felipe IV, reimplantados por Carlos II, y legalizados, definitivamente, en 1865.

En América, la mancebía más importante fue la que se denominó Casa de Recogidas, fundada en La Habana en 1776.

Se permitió a algunas mujeres a que libremente se trasladaran al Perú, ya muy avanzada la conquista. Y entre estas se hallaban comprendidas las prostitutas llamadas "portuguesas".

Es decir, la prostitución parece haber llegado a América por la vía de la importación. Sin embargo, las nativas también fueron obligadas (de una u otra forma) a prostituirse.

Y aunque no se castigaba a las indígenas que eran seducidas, amancebadas o prostituidas por los españoles, estos recibían sanciones muy suaves.

Había también leyes de Indias tendentes a proteger el sexo débil indígena, tales como aquellas que prohibían que las indias fueran obligadas a acompañar en los viajes a los españoles y a salir de su residencia, igualmente tampoco se aceptaba por las autoridades denuncias de amancebamiento con clérigos si éstas no tenían el respaldo de las correspondientes pruebas, a fin y objeto de poner a las mujeres indígenas a salvo de calumnias y de las que se aprovechaban, como no, los clérigos.

Y la Iglesia al exponer la moral cristiana rechaza la prostitución, al igual que cualquier otro tipo de relación sexual fuera del matrimonio, ya que constituyen pecado grave, independientemente de la legislación estatal al respecto.

Expedificandolo como pecado de fornicación, que excluye del reino de los cielos al que lo comete, como declara S. Pablo a los de Corinto y a los de Éfeso [(1 Cor 6, 9-10), (Eph 5,5)].

jueves, 30 de agosto de 2012

Aretusa


El río Alfeo, hijo de Océano y de Tetis, se enamoro de la ninfa Aretusa, pero esta había prometido ser siempre virgen, al igual que su compañera de caza Artemisa.

Ante las solicitudes de Alfeo, Aretusa le pide a Artemisa que le ayude a huir del pretendiente.

Artemisa la transforma en corriente de agua, aún así Alfeo continua con su solicitud, por lo que Aretusa dirigiendo su curso por debajo del mar, se traslada desde Grecia a la isla de Ortigia, en Siracua, Sicilia, creando un manantial que lleva su nombre.

Aún así el río Alfeo no se rindió y dirigiendo tambien su curso bajo el mar, mezcló sus aguas con el manantial de Aretusa, materializando su pasión.

Esta leyenda parece devenir de la creencia popular de que el río Alfeo se comunicaba subterráneamente con las aguas del manantial de Aretusa.

De hecho, Estrabón afirmaba que si se arrojaba una copa al Alfeo, aparecería en la fuente de Ortigia.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Malabarismo

Fuera, hace un día gelatinoso.
Una tras otra se van juntando las horas y no pasa nada.
Te aburres. Te desesperas. Te sientes inútil.
Luego, como si el universo se hubiera puesto de acuerdo una tras otra te caen las oportunidades.
Las aprovechas y acaparas.
De pronto te cae una desgracia.
Y otra. Y otra.
Cuando te das cuenta todo está patas arriba.
Pero, por fortuna todo tiene remedio.
Por eso, resignado, compras un manual de malabarismo.
Nos vemos en la caja de zapatos.

martes, 28 de agosto de 2012

Esculturas Inusuales XXIX


No habéis de asustaros
si con ella llegáis a encontraros,
pues trae mala suerte
a una pobre arañita dar muerte. 
Os suplico que nunca con saña
 persigáis y aplastéis a una araña
 pues es inocente
 aunque tenga ese aspecto imponente.

lunes, 27 de agosto de 2012

Nadie

LOS NADIE

"Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen, aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho,o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos,
los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata."

(Eduardo Galeano)"El libro de los abrazos".

sábado, 25 de agosto de 2012

Si



Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,
cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.

Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera.
Si engañado, no engañas.
Si no buscas más odio, que el odio que te tengan.
Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres.

Si al hablar no exageras, lo que sabes y quieres.
Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo.
Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si alcanzas el TRIUNFO ó llega tu DERROTA,
y a los dos impostores les tratas de igual forma.

Si logras que se sepa la verdad que has hablado,
a pesar del sofisma del Orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida.

Si arriesgas de un golpe y lleno de alegría,
tus ganancias de siempre a la suerte de un día,
y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie lo que eres, ni lo que eras.

Si logras que los nervios y el corazón te asistan,
aún después de su fuga, en tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo, cuando no quede nada,
porque tú lo deseas, lo quieres y mandas.

Si hablas con el pueblo, y guardas la virtud.
Si marchas junto a Reyes, con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera, llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman, y ninguno te precisa.

Si llenas el minuto inolvidable y cierto,
de sesenta segundos, que te llevan al cielo.
TODO lo de esta Tierra será de tu dominio,
Y mucho más aún ...

¡ Serás un HOMBRE, hijo mío !



 Rudyard Kipling

viernes, 24 de agosto de 2012

Buenas noches

Foto nocturna de Valencia desde la Estación Espacial Internacional

jueves, 23 de agosto de 2012

Paella


El juego de la paella.

La paella es como una caja de quesitos en porciones.


Los jugadores están distribuidos alrededor de la paella de forma equidistante.


A cada jugador le corresponde solo el quesito que tiene delante de sus narices.


El cubierto oficial del juego es la cuchara de metal o madera.


Si el jugador quiere exprimir limón en su área, deberá tener autorización verbal de sus dos vecinos, a los que procurará no salpicar.


El juego comienza cuando el macho dominante de la manada dice “Vinga que es gela l’arròs!” (Tr.: ¡Venga, que se enfría el arroz)


Si la paella está buena, el elogio al cocinero se hará de forma intermitente cada dos cucharadas durante toda la comida.


Los tropezones que hay en cada sector son propiedad del jugador titular de ese espacio. Si algún elemento integrado en su zona no es del gusto del jugador lo depositará delicadamente en el centro de la paella para que lo disfrute otro jugador.


Las piezas de carne cuando salen de la paella no pueden volver, ni por partes, ni en los huesos.


Si alguien invade el espacio de otro jugador sin permiso, será amonestado, a la segunda oirá aquello de “eres un poc fill de puta” (Tr.: Eres un poco malandrín) y tendrá que pagar los carajillos.


Se entiende que un jugador abandona, cuando apoya la cuchara en el borde del caldero y dice “Estic fart, ja no puc més!” (Tr.: Estoy harto, no puedo más) En ese momento su zona queda franca y puede ser ocupada.


Queda terminantemente prohibido girar la paella para acceder a otro punto donde aún queda arroz.


Si la paella baila alguien deberá coger del asa para estabilizarla. El/los jugador(es) que se ocupen de este cometido recibirán elogios del resto, que se emplearán a fondo para mantener siempre llena la copa de vino del esforzado estabilizador durante toda la comida.


Cuando se toca hierro con la cuchara, en las postrimerías de juego, los valencianos se enfrentan al “Socarrat”, es un momento glorioso donde el nerviosismo cunde. El frenesí es tal, que aquello parece una prospección petrolífera. Los que no participan en el festín deben relajarse y esperar el postre.



La partida acaba cuando los jugadores se retiran o ya no queda nada en el caldero, señal indiscutible que estaba buena o había mucha hambre.

E-mail mandado por un amigo.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Tristeza

Mi familia para deshacerse de los malos rollos.

Tiene todas las puertas de casa abiertas.

El único fallo es que ahora la tristeza se pasea a sus anchas.

Llega a las nueve, se pone mis zapatillas y se pasa todo el día despanzurrada frente a la televisión.

Es una mujer atractiva y susceptible que no entiende las palabras, quizá porque está relacionada de alguna forma con los malos rollos.

Tengo miedo de decirle que se vaya.

Ya habrá tiempo para eso más tarde.

Supongo.

martes, 21 de agosto de 2012

Monja de las llagas


En España mucha gente que sin escrúpulos, a base de intrigas, chanchullos varios a prosperado y sigue prosperando apegados al poder como las rémoras, recogiendo a capazos las mercedes que reyes o gobernantes ineptos les han conferido sin más méritos que el estar a la vera de estos señores, lo triste es que el pueblo mil veces zarandeado lo ha tolerado y tolera sin que haya visos de que algún día haya justicia.

Esta es una breve descripción de uno de estos personajes, que para más vergüenza, está ligado a la iglesia católica, como tantos otros y que como ellos no reparó en artimañas para lograr sus propósitos, algún día la nombraran santa, no por ello lo será y si su dios existe espero que sea bien juzgada, como, repito, tantos otros.

En su época tuvo mucha influencia con la reina de turno, Isabel II, de la que se dice fue gran "amiga", fue desterrada varias veces, se le apareció la Virgen, le hablo Jesucristo mismo desde un cuadro, el demonio la secuestró y, por si esto fuera poco extraordinario le salieron llagas en pies, manos y en el costado izquierdo la viva imagen del cristo crucificado con todo esto más un fallido intento de asesinato, se podría muy bien creer que estamos leyendo el guión de una telenovela.

No obstante muchos creyentes creen a pies juntos todo esto y aseguran que la piadosa monja, abadesa fue utilizada por liberales y masones para deshacerse de la cabeza coronada que "gobernaba", y que por tanto la desprestigiaron creando una especie de leyenda negra sobre ella.

Desde un punto de vista neutral los más seguro es que de todo hubo, he aquí algunos datos:

María de los Dolores Quiroga y Capopardo, más conocida como sor Patrocinio, nació el 27 de Abril de 1811 en la Venta del Pinar, término de San Clemente (Cuenca), de rancio abolengo, pues sus padres eran hijodalgos gallegos, que prestaban servicio en la Corte.

En 1826 con ayuda de su tía la Marquesa de Santa Coloma, ingresa en las Comendadoras de Santiago (Madrid).

Tuvo como madrina a la Duquesa de Benavente que, gracias a su influencia, logra que tome el hábito blanco y azul en el Convento del Caballero de Gracia, donde durante un éxtasis se le aparece la Virgen.

A partir de 1829, aparecen en su cuerpo una serie de llagas, al mismo tiempo que tiene varios éxtasis y apariciones, sobre todo la de la Virgen María, que según ella le dejó la imagen de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, imagen que llevó siempre consigo.

El 20 de Mayo de 1830, le brotan llagas en pies y manos con abundante efusión de sangre.

Una monja compañera de noviciado, la madre Vicaria declararía que la primera llaga se le imprime en el costado izquierdo, dando un tremendo quejido.

Días después bajando las escaleras hacía el huerto, entra en éxtasis hablándole el Santísimo Cristo de la Palabra, desde un olvidado lienzo es el 8 de Junio de ese mismo año.

En 1835, es acusada de impostora y de apoyar la causa carlista, por lo que fue procesada y desterrada de la Corte. En la causa judicial abierta para esclarecer el asunto de las llagas, el juez llamó a tres médicos para que observasen las heridas. Estos curaron a la monja y las llagas cicatrizaron. La religiosa confesó bajo juramento que un fraile capuchino le había dado una reliquia que aplicándola a las diferentes partes del cuerpo producía unas llagas mortificantes. En el proceso también se desenmascaró el asunto del rapto de un demonio que la llevó por tierras de Guadarrama y la depositó en un tejadillo próximo al convento donde residía.

Fue condenada a dos años de destierro que cumplió en Talavera, tras los cuales volvió a Madrid donde comenzó su azarosa vida en torno a la reina Isabel II.

A últimos de Enero de 1849 es atacada con arma de fuego en el locutorio, saliendo ilesa.

Se la implicó en el atentado del Cura Merino contra la Reina Isabel II por ello Narváez la destierra a Badajoz.

El 27 de Enero de 1891, a los ochenta años de edad fallece rodeada de sus monjas, sin la menor agonía.

Siempre llevaba puestos unos mitones negros, con los que fue amortajada.

El 1 de Julio de 1907, se decreta la apertura de su proceso de Beatificación y Canonización.

El relato de su vida es algo increíble. Dejando lo del Palmar de Troya o las apariciones de El Escorial en cosa de principiantes. Y a lo que parece ella y su entorno eran unos embabucadores y mentirosos.

Aunque Isabel II y sobre todo su marido estaban extasiados con ella, pues durante muchos años, cada día iban al convento a tomar chocolate con pasteles y tartas que se hacían llegar desde el palacio de la reina.

Era fama en Madrid que Isabel II, se ponía las camisas de la monja, pues, olian a Santidad.

Los periódicos de la época se hicieron eco de su fallecimiento y posterior exhumacion.

"En la madrugada de ayer falleció en el Convento de Concepcionistas de Guadalajara, su Abadesa y Fundadora Sor María de los Dolores, Patrocinio, la célebre monja conocida como la de las llagas, que tanta influencia ha ejercido en los destinos de España durante el Reinado de Isabel II.
Una antigua dolencia de corazón, que se había hecho crónica, ha sido la causa de la muerte de la célebre monja. Tenía 80 años, pero su constitución era fuerte y su carácter enérgico bajo una aparente dulzura.
Hoy habrá quedado enterrada en un sencillo nicho de la cripta del convento, pocos panteones más humildes encerraran los restos de personalidad tan influyente.
Intrigante, ingeniosa, avara de poder, apasionada por lo desconocido….
Cuando se escriba la historia del Reinado de Isabel II, aparecerá esa figura de monja proyectando su sombra sobre el Palacio Régio.
Aparece por primera vez Sor Patrocinio en el convento del Cristo de la Paciencia, que se levantaba en el sitio que hoy ocupa la Glorieta de Bilbao.
Se hablaba de sus éxtasis, de sus milagros y de sus llagas. Decían que desaparecía de su celda y al amanecer la hallaban durmiendo tranquilamente en el tejado como en un blando lecho".

"EL DÍA" ( Madrid, 1881).


"En esta fecha se verificó la exhumación del cadáver de Sor Patrocinio, conocida como la monja de las “cinco llagas” y cuya muerte acaeció hace veinticinco años.
A la sazón la Curia Romana incoaba proceso informativo para la beatificación de la referida religiosa.
Al acto asistió el Obispo de Sión representando al Cardenal de Toledo y en presencia del Claustro del Convento, de los testigos Don Vicente García y Don Juan Zarías , y otras personas invitadas, fue reconocido el sepulcro conviniendo todos que se halla en igual estado que el día que fue enterrada.
Después se procedió a desenterrarla, el cuerpo se hallaba en el comienzo del natural proceso de descomposición.
Durante algunos instantes fueron expuestos los restos mortales de la monja de las cinco llagas, luego se procedió de nuevo al enterramiento en un sarcófago construido en la Iglesia y guardado por artística verja, siendo ésta cerrada y precintada".

"EL AÑO POLÍTICO" Septiembre de 1917.

Los intereses políticos que impulsaron el supuesto fenómeno de las llagas de sor Patrocinio, la monja amiga y confidente de Isabel II, son la base argumental de una película de Antonio Artero.

Trágala, perro, que así se titula se basa en el proceso investigador al que dieron lugar las famosas llagas, y que llegó a la obvia conclusión -reconocida por la monja- de que tales heridas no eran de origen divino, sino humano y bien humano.

Aunque aún hay historiadores que tratan de explicar cómo algunos de aquellos doctores que analizaron las llagas de la monja rectificaron su diagnóstico antes de morir, señalando que no habían sido provocadas y que, por tanto, tenían un origen misterioso, Artero limita su película a la objetividad del proceso y posterior confesión de la monja, dejando para los crédulos una posible rectificación histórica.

Si queréis saber más, en la red hay numerosas páginas dedicadas a la monja, la mayoría "pro sor", incluso hay una propia aqui.

La Iglesia siempre consideró que los liberales y los masones fueron los causantes de la confesión de la monja y de su posterior destierro y que los estigmas, apariciones, milagros… fueron verdaderos.

Tanto es así que el decreto de apertura del Proceso Ordinario de su Causa de beatificación y canonización, esta en la actualidad en vías de resolverse.

Se la conoció como la “Monja de las llagas”.

lunes, 20 de agosto de 2012

Tarantismo




Al parecer, la primera sesión de tarantismo documentada se celebró a finales del siglo XIV en Tarento. De ahí que la danza sea conocida como tarantela y el animal que ocasionaba el mal como tarántula, aunque existen otras versiones para explicar el origen etimológico de ambos términos. Durante siglos se celebraron estas ceremonias en todo el sur de Italia, con el disgusto de la Iglesia Católica, que no tuvo más remedio que aceptarlas, pero que determinó que la curación de las pacientes no se debía en realidad a los efectos de la música, sino a la intercesión de San Pablo. En fin, la iglesia a lo suyo..

Lo cierto es que la tarantela se convirtió en la música popular del sur de Italia durante el Renacimiento y el Barroco.

La tarántula (Lycosa tarentula) es uno de los animales con más mala fama del mundo, injustamente.

Mortal para sus presas, no por su veneno, sino por sus mandíbulas y la precisión para alcanzar justo el centro de las transmisiones nerviosas cerebrales de sus victimas, insectos por lo general, para el ser humano es prácticamente inofensiva, pues su picadura sólo provoca una sensación de dolor local que puede ser intensa, aunque remite en poco tiempo.

Sin embargo, esta araña de aspecto siniestro ha sido asociada durante siglos en buena parte de Europa con graves trastornos físicos, que llegaban a ocasionar incluso la muerte. Las descripciones de los males ocasionados por las tarántulas coinciden en señalar que a una primera sensación de dolor no especialmente agudo y a medida que pasaban las horas, una intranquilidad creciente, que derivaba en dificultades respiratorias, convulsiones, desmayos y auténticos ataques de locura que, si no eran convenientemente tratados, producían la muerte del paciente.

Nada de esto puede asociarse con la picadura de una tarántula, aunque sí con la de otra araña, de mucho menor tamaño, con la que comparte hábitat. Se trata del Latrodectus tredecimguttatus, que inyecta en sus víctimas una sustancia química, el alfa-latroxina, que puede llegar a provocar graves perturbaciones en el ser humano, similares a las que durante mucho tiempo se adscribieron a las producidas por su inocente vecina.

Hoy ningún médico acepta el tarantismo como una enfermedad, pero en el siglo XVIII era una enfermedad "real" y se curaba con música o al menos así lo aseguraban varios médicos de la época.

Por ejemplo la carta del médico de la villa de Daimiel, don Mariano Candela y Ayala de 1783 en la que narra:

"Manuel de Córdoba, de esta vecindad, en el verano pasado del 1782, durmiendo en la era le mordió, al parecer, la tarántula. Despertó con un agudo dolor en el cuello, como acontece a los que tienen mal puesta la cabeza. Volvíase al otro lado, y no pudo por la tirantez de las cuerdas del cuello. Empezó a sentir fatigas y congojas, diciendo que se moría. Trájose a este pueblo, y habiendo sido llamado. le encontré con bastante inquietud, pulso retraído, vientre algo inflamado, dolor en la región renal, ardor y dificultad de orinar. Todo este cúmulo de síntomas por de pronto me hizo suspender el juicio, no pudiendo persuadirme de mordedura venenosa juzgando por otra parte, ser aparatos de una grande enfermedad.

Me contenté solo con mandarle aplicar al vientre unos paños de vino y manteca, y unas lavativas laxantes hasta volver, y si necesitaria o no alguna evacuación de sangre. Pasadas menos de dos horas, como la diez de la mañana, me avisan que vaya corriendo, que se muere el enfermo. Mandé la Unción mientras llegaba, pues estaba confesando. En este intermedio llamaron las mujeres a un pintor que vive aquí llamado Fulgencio, que fue a tocarle la guitarra. Fue, y cuando yo llegaba a ver al enfermo, me dice que ya está bueno, y de fidedignas personas que le vieron bailar es como se sigue el relato.

Principió con fandango, seguidillas y otros sones, permaneciendo quieto hasta que tocó el de la tarantela, que es mixto de fandango y folías, y sin reparar en cosa, tiró de la ropa y principió a bailar con tanta ligereza y sin perder el compás, que no lo ejecutará el más diestro bailarín, riéndose la gente de ver bailar a un hombre que jamas le habían visto bailar y llevar el compás con tanta perfección.
El tocador le daba golpes de otro son; y al primero paraba hasta que volvía la sonata. Se repitió en la tarde habiendo sosegado al mediodía, hasta cuya hora duró la sonata, tomando caldo y alimentandose; y en la mañana siguiente, aunque toco el pintor, no tenia ganas de bailar, y hoy está bueno. Como de noche fue la mordedura, no se puede saber que tarántula fuese. En el cuello no hubo inflamación, sí solo una lentejuela encarnada".

Por otro lado el doctor Francisco Xavier Cid, académico de la Real Academia Médica Matritense, socio de la Real Sociedad Vascongada, medico titular del cabildo de Toledo y de su arzobispado, escribió un libro en el que trataba de demostrar que el tarantismo existía en España, curándose con música al igual que desde antiguo se hacia en la Puglia, Italia.

En su libro, "Tarantismo observado en España", Madrid 1787, cuenta que en La Mancha:

"han ocurrido frecuentes casos de haberse muerto muchos envenenados, por la tarántula, en poblaciones grandes por no haber habido quien tocase la tarantela o llegado tarde el que la había de tocar, aunque ya se han dedicado a aprenderla los aficionados a la música de la dicha provincia; que el ciego de Almagro está instruido en todas las tarantelas que se tocan en el país, pero la particular que él esa es, sin comparación, mucho más eficaz que las demás, porque en llegando a tiempo, esto es, que el veneno no se haya difundido por todo el cuerpo, o que no se haya altamente arraigado en alguna entraña, es curado el enfermo pronta y seguramente".

En cuanto al ciego de Almagro muchos médicos, boticarios, cirujanos, escribanos, alcaldes, sacerdotes y numerosos vecinos, testigos de sus portentos, atestiguaban sin reparos que resucitaba a los muertos con sus jotas, fandangos, seguidillas y otras sonatas, aunque donde más se veía su eficacia era en el tratamiento de las picaduras de las arañas negras, barrigudas como granos de uva, conocidas como tarántulas o tarantelas, que producían aquel mal tan odioso.

Los efectos que durante siglos se atribuyeron a la picadura de la tarántula era el de la caída del afectado en un estado general de melancolía, que solía relacionarse también con algún tipo de decepción amorosa, hasta el punto de que había mujeres que fingían haber sufrido la picadura de una tarántula para someterse al remedio que por entonces se consideraba más eficaz, la cura de tarantismo.

Identificado el problema (habitualmente, una mujer joven que caía en un estado de sopor melancólico), se invitaba a un conjunto de músicos a la casa de la paciente. Los músicos se situaban en torno a su lecho.

En un momento dado, la paciente se levantaba y empezaba a bailar frenética y lúbricamente al ritmo de la danza, hasta terminar cayendo agotada otra vez sobre la cama. Volvía el estado de sopor. Volvían los músicos a tocar su lenta melodía, y el proceso se repetía, con sólo algunas breves paradas para comer y dormir, durante días, hasta que se consideraba que la paciente recuperaba la normalidad, y se la daba por curada.

Hasta hace no mucho, estas sesiones seguían celebrándose en la región de Nápoles y la Apulia, al sur de Italia, y es una de las prácticas de musicoterapia más antiguas que se conocen.

domingo, 19 de agosto de 2012

Sin tiempo

No tengo tiempo de publicar hoy así que os dejo con una gran frase de John y un vídeo que espero os guste.
 

sábado, 18 de agosto de 2012

Puente

Es nombrarte y desapareces.
Extraño hechizo.
Inversa invocación.

Reclame tu presencia bajo el puente,
como los mofletes rojos de los ebrios,
o como hielo resbalando en vasos vacíos,
o derritiéndose sobre un cuerpo que late.

Quise y no pude,
Extraño puente.
Perversa invocación.

¿Qué callas, cuando pides silencio?.
¿Qué?, cuando hablas.
¿Que?, son hechizos.
Evidencias de distancia.
No distancia en si misma.
Son.

Un palpito, materia.
Quise.
Nada hubo.

Un pensamiento desplegándose en la acera.
Un canto de pájaro recortando la noche.
De ti, nada.
Supe.

Una montaña.
Una palabra.
¿Y qué?.
De pronto, trago arena.

(Recuerdo cuando ladeando tu cabeza decías: "nada es perfecto". Eramos jóvenes, nada nos importaba).

Hechizo extraño.
Tu nombre es la materia de mis actos.
Luego nada.
Solo el puente.
Se.

Que con los mofletes rojos de frío, desapareces.

viernes, 17 de agosto de 2012

Oro

Durante muchos siglos se tuvo al oro como un remedio eficaz para curar enfermedades, en época de Plinio ya se empleaba y en la farmacopea de los árabes alcanzó gran renombre, incluso el rey Luis XI de Francia, bebía oro contra el mal de San Vito, brebaje que se preparaba con 96 doblones de oro.

Marsilio Ficino escribió:

"Todos los autores recomiendan el oro como el medio más suave y más libre de toda corrupción entre todas las materias conocidas. A causa de su brillo estaba consagrado al Sol, por su semejanza con el astro Júpiter. Por esta razón es capaz de templar maravillosamente el calor con la humedad, y conservar de la corrupción los humores corporales. Es capaz de llevar, junto al calor del sol, el calor jupiterino a las distintas partes del cuerpo.

Es preciso, con este fin, que el estado sólido del oro se haga más suave y más apto para ser absorvido. Sabido es, en efecto, que los medicamentos que ejercen influencia sobre el corazón, lo hacen cuando la fuerza activa que poseen sufre lo menos posible.Para que el organismo sufra lo menos posible, o sea la más mínima; lo primero seria, pues, que el oro líquido pudiera prepararse desprovisto de toda materia extraña. Por esto sólo se puede conseguir, en el mejor de los casos, pulverizado y hecho láminas finas".


Y continúa con una receta de como aplicar el oro liquido.

"Se cogen flores de Corago, vuglosa y melina en el momento en que el sol entra en Leo. Se hierven estas flores en agua de rosas, con azúcar blanco diluido en el agua, y por cada onza de este brebaje se añaden tres laminillas de oro, ingiriéndolo en ayunas con un poco de vino blanco".

Como ejemplo de su uso con consecuencias más bien desastrosas, un remedio que intentaba frenar las secuelas que la viruela dejaba en la cara.

Kaleman Mikes relata en una de sus cartas literarias (1718):

"Se suele curar a las damas distinguidas de otra manera que a las demás. En cuanto cayó enferma la esposa de Berchényi, hubo consejo de numerosos médicos, y cada cual proponía otra cosa para que las viruelas no se vieran y la belleza se conservase, por lo que le cubrieron la cara con una fina lámina de oro, haciéndole una máscara. Tuvo que permanecer así durante algún tiempo. Pero al fin fue preciso quitarle el oro, pues es imposible pasearse con la cara dorada, ya que, a pesar de todo, la cara de color de rosa gusta más que la dorada. Entonces surgió una gran dificultad.
¿Como quitarle la mascarilla?. Emplearon sin éxito toda clase de líquidos por lo que fue preciso quitarla con un punzón, poco a poco y por partes. Consiguieron sacárselo todo, pero el oro se había secado tanto en la nariz que la labor resultó todavía más difícil. Por fin lo lograron, si bien la nariz se le quedó completamente negra. Por esta razón no podría recomendarle a nadie que se hiciera dorar la cara"
.

La carta solo habla de la nariz de la señora Berchényi, por lo que se supone que la receta no  fue del todo satisfactoria en cuanto a resultados en el resto del bello rostro.   

jueves, 16 de agosto de 2012

Cine



El cine nos ha dejado la costumbre de imaginar con música las cosas importantes. Lo menos que esperamos cuando nos persiguen, o cuando se resuelve un romance muy esperado, o cuando estamos robando diamantes en una joyería es que nuestra acción venga acentuada con la música que le corresponde. Una persecución sin música resulta siempre decepcionante, se trata de una acción despojada de los tuttis orquestales que le tocan por naturaleza.

Hace unos años, los expertos en los asuntos del cielo, auxiliados por una sofisticada máquina rastreadora, descubrieron que en la gran maraña del universo todavía se oye el ruido que produjo, hace miles de millones de años, el Big-Bang, la gran explosión, con todo y su tutti mineral, que inauguró el origen de todo.

Pero la música que acompaña a las cosas importantes, no es patrimonio exclusivo del cine; hay veces que la realidad, seguramente plagiando al cine, le pone música a sus momentos de desastre.

En 1992, el multimillonario francés Pierre Druón, alquiló un tren de alta velocidad completo, para celebrar a bordo su cumpleaños 64. La idea era viajar de París, en donde tenía fincado su imperio, a Hendaya, su lugar de nacimiento, ubicado en el extremo sur, en la frontera con España. Un gran banquete y una orquesta iban dándole aspecto de fiesta a ese tren nocturno. En determinado momento trágico, el tren perdió los rieles y fue a dar al fondo de una barranca. El saldo de víctimas fue altísimo. Uno de los pocos sobrevivientes comentó a la prensa francesa que monsieur Druón, el multimillonario, oía Whein I'm Sixti-Four de los Beatles, en la versión de su orquesta alquilada, cuando sobrevino el descarrilamiento.

El accidente que se llevó la vida de James Dean, el lengendario actor, fue uno de esos desastres con música. Michael Ivory, vecino del sitio de la tragedia, había salido de su casa con el ánimo de estirar las piernas, cuando vio volar un auto fuera de control. El silencio que vino después del impacto fue llenado, según la confesión tardía que hizo ante la corte en 1995, por la canción Baby Let's Play House, que salía por las bocinas del radio en la voz de Elvis Presley. Michael Ivory interrumpió su terapia de estirar las piernas y corrió a su casa para llamar una ambulancia. Fue hasta el día siguiente que se enteró de que el piloto era James Dean. La banda sonora de la tragedia le dejó una muesca en la memoria, nunca, desde aquel día, ha querido volver a oír Baby Let's Play House.

Otro tragedión que la realidad se encargó de musicalizar, fue la hazaña fugaz de Rick Fermosello: un deportista canadiense que en junio de 1986 decidió practicar esa suerte demencial de lanzarse por las cataratas del Niágara, sin más protección que un barril. La hazaña de Rick tenía como particularidad un walkman apretado entre el estómago y el traje de baño, que iría reproduciendo durante la caída, la canción Jumpin'Jack Flash de los Rolling Stones. Pretendía quedar registrado en la historia como el primer hombre que se lanzaba en el barril, oyendo esa canción en particular. El barril, la vida y el walkman de Rick, tuvieron el final desconsolador de acabar contra unas piedras. Nadie pudo comprobar si el atleta cumplió con la parte musical de aquella hazaña malograda.

Pero la tragedia con música más sorprendente fue la ocurrida en 1943, durante el hundimiento del Oceanic Bird, un trasatlántico enorme que desapareció sin dejar rastro. 40 años después, un grupo de investigadores marinos dio con los restos del Oceanic, que descansaban a 79 metros de profundidad, en un fondo cerca de las Azores. Las labores de rescate de piezas útiles duraron varios meses. Se recuperaron vajillas, instrumentos de navegación, un baúl con vestuario de la época y el cuerpo deteriorado de un músico, que fue extendido en la mesa del barco investigador, para su examen. Era un esqueleto de adulto con la ropa hecha jirones, que tenía dos características: conservaba dentro del tórax una masa de plancton marino y además sostenía, entre los huesos de la mano, una trompeta. El médico de a bordo se puso a examinar el cuerpo, mientras sus colegas completaban otros menesteres. Liberó la trompeta de esos dedos que prometían acompañarla toda la eternidad y posteriormente aplicó el bisturí en la masa que llenaba el tórax. En cuanto el plancton se rompió, asegura el doctor Hazel, liberó algunos compases de la melodía Just One of Those Things, que seguramente tocaba la orquesta en el momento del desastre. Nadie creyó en el testimonio de Hazel, y él decidió no insistir, era la cosa más extraña que le había sucedido.


Humo en los ojos

En una fotografía que pertenece al Museo Metropolitano de Nueva York aparece Lola Montez, célebre feminista del siglo pasado, sosteniendo con una displicencia cercana al desmayo, un cigarro que era un mensaje y una provocación. Una mujer fumando en 1850, el año de esta imagen, significaba una afrenta contra las buenas costumbres, la sexualidad y, en un descuido, el orden del universo. La idea de alterar el equilibrio social por la simple yuxtaposición de ser mujer y fumar, fue propuesta en realidad por George Sand, quien a su vez copió de Montez la costumbre de salir a la calle vestida con traje sastre negro. Montez y Sand ganaron la batalla; a principios del siguiente siglo, el nuestro, las mujeres se volvieron doblemente atractivas por la misma yuxtaposición de ser mujeres y fumar.

Muchos años antes, en 1627, Johann Joachim von Rusdorff, embajador de las orillas del Rhin y poseedor de un nombre que debiera mejor ladrarse, informaba en sus elucubraciones diplomáticas sobre el acto de fumar recién importado de América y lo calificaba, luego de condenarlo rabiosamente, como "la borrachera de nubes''. En 1658, el escritor y predicador jesuita Jakob Balde lo bautizo como "la ebriedad seca''. Ese extraño proceso de jalar humo por el extremo de un tubito que arde en el otro extremo y luego echar el mismo humo por nariz y boca debe haber sido impresionante en aquella época donde los placeres más bien se bebían.

En un capítulo de sus memorias, Luis Buñuel habla de los placeres del mundo, porque de los placeres del otro mundo ya se había ocupado Nazarín, su personaje. En esas páginas por donde desfila lo que se bebe, lo que se fuma, lo que se come y lo que se palpa, aparece desde luego su cariño entrañable por la ginebra, que iba desde el Martini con su receta especial, hasta la ginebra a pelo, disimulada en una bolsa de papel de estraza que bebía en la sala de abordar de algún aeropuerto, con los ojos fijos en cualquier parte y su maleta de mano entre las piernas. El cineasta practicaba este ritual solitario para quitarse el miedo que produce el volar en un aparato que va tripulado por un desconocido.

Buñuel, por una parte disimulaba su botella de ginebra y, por otra, como Lola Montez, exhibía su cigarro y llenaba de humo la sala de abordar. Luego de explicarnos que los extremos del acto del amor deben estar marcados por un trago antes y un cigarro después, Buñuel sostiene que en gran medida, desde su perspectiva de fumador experto, el acto de fumar es un placer visual que empieza desde que se abre la cajetilla y se descubren los cigarros ordenados en dos o tres filas. Luego viene la llama, la calada, el tabaco al rojo y el placer de verse la mano con el cigarro echando humo entre los dedos y la expulsión, por la nariz y por la boca, de esa nube enorme que se estaciona en una esquina de la habitación, de la sala de abordar, de un museo en Nueva York, o que escapa por la ventana rumbo al cielo abierto. Como prueba de todo esto, aseguraba que era incapaz de fumar con los ojos cerrados.

A Buñuel le gustaba fumar y verse fumando; a Lola Montez le gustaba fumar y que la vieran; el embajador de las orillas del Rhin los hubiera odiado.

En ese capítulo dedicado a los placeres, el cineasta confiesa que a su edad, la suficiente para ponerle a su libro "Mi último suspiro", ha perdido todo el gusto por el sexo, anuncia la total desaparición de su instinto sexual, y advierte que si se le apareciera el diablo con la oferta de devolverle su virilidad, le contestaría: "No, muchas gracias, no me interesa; pero fortaléceme el hígado y los pulmones, para que pueda seguir bebiendo y fumando''.


Tres personajes

En 1931, luego de varios intentos, el escritor Dashiell Hammett logró instalarse en Hollywood. Después del éxito de sus libros Cosecha roja y sobre todo de El halcón maltés, que ya se estaba fabricando en cine, recibió una propuesta de la Paramount. David O. Selznick dice en sus memorias: "Hammett ha suscitado un auténtico escándalo en los círculos literarios con la publicación de sus dos libros (...) No está corrompido por el dinero, sino al contrario, deseoso de no atarse de pies y manos en un contrato de larga duración. Tenía la esperanza de que podríamos conseguirlo por unos 400 dólares mensuales, pero se queja de que esto sólo representa la mitad de sus actuales ingresos potenciales''.

Para no desentonar con el mundo de las estrellas, Hammett aderezó su fama de gran escritor alojándose en un hotel carísimo, junto con un séquito de dos hombres negros: Jones, quien laboraba como chofer y valet, y su amante (de Jones, no de Hammett) quien desplegaba sus habilidades en la cocina. Una vez instalado, el escritor dedicó sus esfuerzos a estudiar, y posteriormente a imitar el comportamiento de las figuras cinematográficas en los restaurantes, en los bares, en las recepciones y en los salones de baile. Para empezar concluyó que los calcetines de seda no hacían juego con los trajes de tweed.

Puesto al tanto del ceremonial, Hammett alternaba a El hombre delgado, su siguiente novela, con sus guiones por encargo, que a veces tenía que corregir, aumentar o reescribir, en pleno foro y sobre las rodillas mientras se filmaban las escenas anteriores. En las noches aparecía acompañado de su vistoso chofer, en el Brown Derby o en el Cover Club, listo para derrochar tiempo y fortuna con su banda de escritores, cabareteras y demás público entusiasta de aquellos desfiguros. Con el tiempo las fiestas empezaron a manchar su desempeño de guionista, pero los patrones del estudio tenían que soportarlo porque con todo y sus escándalos era el mejor. Alfred Knopf, su editor, también era víctima de aquellas fiestas; en un telegrama de la época, le escribe: "Me gustaría recibir El hombre delgado durante el día de hoy, lo que te permitiría ajustarte a tu propio calendario. ¿Existe alguna posibilidad de que así sea?''. Hammett recibió este telegrama en abril de 1932, precedido por una larga cauda de otros telegramas similares. Su último plazo para entregar la novela había sido en abril de 1931 y acabó entregándola, cientos de telegramas más tarde, en mayo de 1933.

Aburrido del glamour de Hollywood, Hammett se estableció en Nueva York buscando un poco de vida literaria y ahí trabó amistad con el segundo personaje de esta historia: un caballero sureño de garganta ruda y modales delicados, que le servía de pareja en sus tertulias de a dos que iniciaban recomponiendo la historia de la literatura y terminaban, al cabo de muchos güisquis sureños, en fiestas similares a las de Hollywood. Después de una especialmente borrascosa, aparecieron los dos armando un escándalo en la editorial de Knopf. Hammett se desmayó a media trifulca y cuando iba a ser evacuado a empujones por el editor, fue defendido a güisqui y espada por William Faulkner. Hammett nunca olvido ese gesto heroico.

Faulkner también fue escritor de Hollywood, sus dos mejores guiones, según el tercer personaje de esta historia, son: Tener y no Tener y El sueño eterno, basado en la novela de Raymond Chandler, dirigido por Howard Hawks y estelarizado por Humphrey Bogart. Faulkner tenía que ir a Hollywood cada vez que Hawks lo llamaba porque las regalías de sus libros no le dejaban suficiente dinero. La señora Carpenter, su amante desesperada que nunca había leído un libro suyo y sin embargo quería casarse con tan famoso escritor, decidió ponerle un ultimátum para que dejara a su esposa; le dijo que había conocido a un pianista de fama internacional, que era en realidad un músico de fama local adentro de un burdel, y que tenía la intención de casarse con él, a menos de que Bill (Faulkner) decidiera casarse con ella. El gran caballero del sur, según el tercer personaje de esta historia, le respondió a su amante con esta críptica aprobación: "el amor es hermoso''.

De los 17 guiones que Faulkner escribió para Hollywood, sólo dos fueron aceptados.

El tercer personaje de esta historia coincidía en tres aspectos con Faulkner y con Hammlett. El primero y fundamental era su devoción por el güisqui. El segundo su estatura literaria y el tercero su relación con Hollywood, que el mismo Juan Carlos Onetti escribió así:

"Hace unos meses, en casa de un amigo muy querido, un director de cine me puso las manos en los hombros al despedirse y me dijo: `No me tenga miedo. Nunca estropearé una novela suya. Yo escribo los guiones de mis películas y en caso de estropearlos lo hago con lo que es mío'''

Jordi Soler

miércoles, 15 de agosto de 2012

El Columpio

El columpio de Jean-Honoré Fragonard, Colección Wallace- Londres.

En 1766 el barón de Saint-Julien encargo al pintor Doyen, entonces de moda, un cuadro donde poder contemplar las delicias de su amante, que era a su vez amante de un obispo, de manera que los tres figuraran en él.

Incluso le sugirió el tema: un columpio que fuera empujado por un obispo, indicando así que el obispo llevaba todo el gasto de la dama en cuestión, mientas ella en sus balanceos ofrecía sus encantos al barón.

A Doyen lo que le proponía el barón le pareció demasiado licencioso y no se atrevió a pintarlo, aunque le recomendó que se dirigiese a Fragonard, por aquel entonces en la cúspide y reputación de ser el mejor retratando escenas galantes.

Fragonard aceptó pero a condición de sustituir la figura del obispo por la de un marido complaciente ya que la dama en cuestión estaba casada, además lo del obispo no le parecía viable, pues ya se sabe la iglesia es la iglesia.

El barón aceptó y así se hizo, el cuadro tras varias peripecias a causa de la Revolución francesa, pasó a la galería del duque de Morny, hermano bastardo de Napoleón III, quien quiso venderlo al Louvre, que lo rechazo, por lo que fue ofreció a lord Hertford por 3.200 francos, una cantidad bastante ridícula aún para aquella época.

Hoy se la considera como una de las joyas de la pintura francesa del siglo XVIII.

martes, 14 de agosto de 2012

Prostitución III



En China,la prostitución posiblemente surgió como producto de la esclavitud, pues las hordas bárbaras hostigaban incesantemente las fronteras del Imperio y las rebeliones ponían en peligro su unidad.

No debe sorprender que los chinos utilizaran las mujeres de los pueblos vencidos en burdeles militares.

Posteriormente la evolución social hizo de la prostitución una actividad más libre, bajo supervisión de las autoridades.

Dependiendo de las condiciones, belleza y habilidades de la prostituta, ésta podía convertirse en una afamada cortesana y vivir rodeada de lujos o, por lo contrario, vivir en los prostíbulos ubicados en los suburbios de las ciudades, cerca de las tabernas y casas de té.

Dinastia Qing
Era fácil identificar los burdeles.

Bastaba ver los faroles azules con los que ley ordenaba iluminar los centros de prostitución.

Las prostitutas eran llamadas “hadas nocturnas” o “muchachas de jade”.

Estos locales operaban de manera similar a los modernos bares de alterne, donde las chicas toman algo con sus clientes y luego los conducen a sus habitaciones en la parte superior del local.

El nombre, dirección y calidad de las internas de los locales eran conocidos, pues se publicaban guías tanto para clientes como para las mismas prostitutas.

Dinastia Ming

Además de informar a los clientes, los recopiladores aconsejaban a unos y a otros sobre como comportarse en los locales.

Así, a los clientes se les advertía no creer ni en el amor ni las alabanzas del “hada” de turno y a las chicas no ofender a los clientes con comentarios maliciosos sobre el tamaño de su “tallo de jade”, sino, por lo contrario, hacer todo lo posible por hacerles sentir que eran dragones.

En las ciudades portuarias habían burdeles flotantes.

Disnastia Qing
Durante los últimos siglos de esplendor del Imperio chino llegaron a establecerse burdeles exclusivos para los funcionarios públicos.

Este sistema dio pie a innumerables corruptelas y fue abolido, sacándose a la prostitutas de la nómina estatal y prohibiéndose a los funcionarios acudir a los burdeles, bajo pena de muerte.







En el Japón la prostitución sagrada y la profana iban de la mano.

La primera estaba ligada al culto de la diosa Kwan – Non, el
equivalente nipón de Venus en el panteón greco – romano.

Las prostitutas sagradas eran conocidas como “Kikuni” y muchas ellas eran reclutadas de los prostíbulos seculares.

La necesidad de contar con más pupilas para los templos dedicados a Kwan – Non condujo a la creación de barrios rojos, siendo el más conocido de todos el de Yoshiwara, también llamado el mundo flotante.

El mundo flotante no era el paraíso era un lugar en donde el Estado impuso normas simples y prácticas.

Estas eran:
1) La prostitución sólo podía ejercerse en las zonas destinadas a tal fin por el Estado;
2) El tiempo máximo de permanencia en los barrios rojos era de 24 horas;
3) Las pupilas debían ceñirse a un estricto código de conducta;
4) Los locales destinados a la prostitución debían ser sobrios e higiénicos;
5) Los clientes debían identificarse a la entrada y a la salida de los barrios rojos.


A estos preceptos legales hay que añadir el código ético que regía la vida en el Mundo flotante, tomado del budismo Zen: toda acción corresponde a un rito que debe seguirse escrupulosamente.

De este se encargaban las prostitutas y el ejército de servidoras que cuidaban los locales.
Por eso los burdeles sólo podían ser administrados por mujeres, a quienes se les llamaba yarites.
Las prostitutas debían ser mayores de edad, sanas y bellas.

La yarite contaba con la ayuda de mayordomo – guardaespaldas conocido como waikamano.

Estos dos personajes se encargaban del día a día del local y recibían a los clientes.

Luego de preguntarle cuáles eran sus gustos, la yarite hacía llamar a la mucama de la prostituta, quién conducía al cliente a la
habitación, donde se le preguntaba si prefería esperar o ser entretenido por una geisha.

Luego venía el primer contacto entre el cliente y la prostituta, en una breve ceremonia llamada san – san – ku – do, que era como una especie de contrato matrimonial temporal para permitir el acto sexual.

Las prostitutas de Japón ya aparecen en el famoso libro de colección de poesía “Manyoshu” (759) bajo el nombe de “Yujo” y eran sirvientas del templo, pero empezaron a viajar para transmitir los cantos y bailes, muchas acababan por prostituirse.
Durante el mandato de Toyotomi Hideyoshi, se creó la primera casa de entretenimiento oficial (prostíbulo) en 1584 en Dotonbori de Osaka, cinco años más tarde en 1589 en Yanaguimachi de Kyoto y en 1612 en Yoshiwara de Edo (Tokyo).

Los primeros locales que hicieron publicidad fueron los burdeles económicos que, de forma parecida a las vitrinas del barrio rojo de Ámsterdam, instalaron pequeñas celdas o cuartos con vista a la calle, donde se podía apreciar a las pupilas del local.

La estricta vigilancia estatal de los burdeles no bastaba para que en ellos sucedieran sucesos controvertidos.


Así, por ejemplo, eran comunes los pactos suicidas entre clientes y prostitutas.

A fin de evitar rumores de asesinatos, los cuerpos debían exhibirse a la entrada de los locales.

Esto cambió a mediados del siglo XIX, tras la llegada de los buques del comodoro Perry, en 1854.

lunes, 13 de agosto de 2012

Confusión

Confusión

Antes de que hubiera terminado de desenvolver el regalo de cumpleaños, sonó dentro del paquete un timbre: era un móvil. Lo cogí y oí que mi mujer me felicitaba con una carcajada desde el teléfono del dormitorio. Esa noche, ella quiso que habláramos de la vida: los años que llevábamos juntos y todo eso. Pero se empeñó en que lo hiciéramos por teléfono, de manera que se marchó al dormitorio y me llamó desde allí al cuarto de estar, donde permanecía yo con el trasto colocado en la cintura. Cuando acabamos la conversación, fui al dormitorio y la vi sentada en la cama, pensativa. Me dijo que acababa de hablar con su marido por teléfono y que estaba dudando si volver con él. Lo nuestro le producía culpa. Yo soy su único marido, así que interpreté aquello como una provocación sexual e hicimos el amor con la desesperación de dos adúlteros.

Al día siguiente, estaba en la oficina, tomándome el bocadillo de media mañana, cuando sonó el móvil. Era ella, claro. Dijo que prefería confesarme que tenía un amante. Yo le seguí la corriente porque me pareció que aquel juego nos venía bien a los dos, de manera que le contesté que no se preocupara: habíamos resuelto otras crisis y resolveríamos ésta también. Por la noche, volvimos a hablar por teléfono, como el día anterior, y me contó que dentro de un rato iba a encontrarse con su amante. Aquello me excitó mucho, así que colgué en seguida, fui al dormitorio e hicimos el amor hasta el amanecer.

Toda la semana fue igual. El sábado, por fin, cuando nos encontramos en el dormitorio después de la conversación telefónica habitual, me dijo que me quería pero que tenía que dejarme porque su marido la necesitaba más que yo. Dicho esto, cogió la puerta, se fue y desde entonces el móvil no ha vuelto a sonar. Estoy confundido.


Cuestiones de fe

Hay una tribu en el centro de África, cuyo nombre no consigo recordar ahora mismo, que no cree en la existencia de la espalda. Parece una negación absurda, desde luego, pero los antropólogos han aportado abundante documentación al alcance del escéptico o el curioso. Por lo general, en Occidente estamos dispuestos a admitir que la gente no crea en el alma, en Dios, en el diablo, los espíritus, y todo aquello que en general ni se ve ni se toca, pero nadie se atrevería a negar la existencia de las mesillas de noche o de las cornucopias. En otras palabras, entre nosotros el movimiento se demuestra andando.

-Mire usted qué BMW acabo de adquirir.

Personalmente, no creo en el BMW, así que no entiendo cómo hay tanta gente que se gasta el dinero en un automóvil completamente fantástico. Una vez subí en el de un amigo mío y me di cuenta en seguida de que no existía porque estaba lleno de prestaciones inverosímiles. No dije nada porque se había gastado en él cinco millones que no tenía, pobre.

Los millones son otra cosa en la que la gente cree mucho, incluso sin verlos. A esa tribu del centro de África le hablas de millones y es como si le hablaras de la espalda. Por eso no les duele ni una cosa ni la otra. En Occidente, en cambio, cada día hay más personas con problemas de espalda. Y de millones.

Yo, además de no creer en el BMW, reniego también de la existencia de las lavativas. Tengo razones antropológicas que aportaré con gusto. En casa de mis abuelos había una colgada de la cisterna del retrete. Por razones que no vienen al caso, de pequeño pasé muchos fines de semana con ellos y siempre que entraba a hacer pis tropezaba con aquel extrañísimo aparato cuya utilidad se me escapaba por completo. Cuando tuve edad de preguntar, me dieron unas respuestas claramente evasivas. Mi abuelo, por ejemplo, aseguraba que la goma aquella servía para metérsela por el culo, lo que como verán ustedes resulta más increíble todavía que el salpicadero del BMW de mi amigo. Crecí, pues, con la idea de que aquel aparato había sido fruto de mi imaginación: ya se sabe que los niños somos muy perversos. Un adulto como Dios manda no sería capaz de concebir una lavativa, ni un BWM, ni una cornucopia. Sin embargo, hemos sido capaces de concebir la espalda, que como artefacto raro tampoco está mal.

Seguramente, sería un gran negocio exportar espaldas a esa tribu de África que no cree en ellas. Todo lo que no existe alcanza un gran predicamento entre los seres humanos, africanos o no. Yo estoy dispuesto a aportar la mía, que me proporciona unos quebrantos insoportables. Y por un poco más de dinero, doy también la lavativa de mis abuelos, que no consigo quitármela de la cabeza, pese a que estaba pensada para el culo. Con lo que obtenga de la venta de estos dos objetos irreales quizá me compre un BMW inexistente. Gracias.


Lo real

Una chica estadounidense se tomó por juego una Viagra y tuvo una erección fantasmal. Pese a que los médicos han advertido que cuando el miembro permanece en tensión más de cuatro horas seguidas hay que acudir a un servicio de urgencias para evitar daños irreparables en el tejido de la uretra, la joven no fue al hospital hasta el tercer día, presa ya de unos dolores insoportable en el pene hipotético aparecido tras la ingestión de la pastilla eréctil. Dado que los facultativos no sabían cómo detener aquella erección inexistente, pasaron todavía unas horas preciosas antes de que al jefe de urología se le ocurriera proponer a la chica una eyaculación fantasmal para acabar con aquel caso de priapismo extravagante.

Los padres, que eran mormones, se opusieron a que la joven se masturbara, pues además de no estar de acuerdo con el onanismo en general, les parecía que éste podría ser más condenable si se practicaba con un miembro ilusorio. Un médico muy culto que había ese día de guardia intentó explicarles que el miembro masculino objeto de la masturbación es siempre imaginario, aun cuando se pueda tocar. Pero no hubo forma de sacar a los padres de sus trece y el hospital tuvo que conseguir una autorización del juez para proceder a la descarga imaginaria, en el caso de que haya alguna que no lo sea, cesando de inmediato los dolores de la joven y desapareciendo al instante el miembro falso, si hay alguno verdadero.

La noticia es que han congelado el semen quimérico obtenido de la eyaculación irreal y ahora pretenden fecundar con él un óvulo aparente para obtener un embrión fantasma. Si los fundamentos teóricos no fallan, podrían conseguir un individuo invisible. A mí, personalmente, me parece que eso no tiene ningún mérito. Lo novedoso a estas alturas sería fecundar a alguien real.

Por Juan José Millás - Articuentos

Y un poco de Oasis

domingo, 12 de agosto de 2012

Miedo

El grito se le escapó de tal manera que cuando se arrepintió era demasiado tarde: su habitación estaba a oscuras y una luz tenue recortaba la silueta de su madre en el marco de la puerta.

-¿A qué ese grito?

-Mami –dijo entre sollozos-, tengo miedo.

-¿De qué? –preguntó, entrando a la habitación.

-He visto un monstruo en la silla.

-¡Hummmm!, podría ser, ¿pero, en la silla?

El niño abrió los ojos, atento.

-Bueno –continuó la madre-, pero, sera relativamente pequeño.

-Pero... –balbuceo el niño dudando mientras miraba el montón de ropa desordenada sobre la silla.

-Aunque nunca se sabe,-sonrió la madre- ¡A esos bichos se les ocurren unas cosas!

-Mami, creo que ha sido la ropa que se parece un poquito a un monstruo.

-¡A eso me refiero! te das cuenta que las cosas mas cotidianas pueden engañar nuestros sentidos, por ejemplo, el montón de ropa, vamos a ver.

La madre se sentó sobre la cama y colocó la cabeza curiosa donde antes había estado la del niño. Miro con atención.

El niño, perplejo, seguía en silencio.

-Sí, si, es verdad, ¡mira!, el cuello de la camisa, los tirantes, las medias, parece un monstruo, y de los más malos. Además tiene los ojos grandes e hinchados con una nariz de tamaño imposible; ¡ves como te mira con ese cuerpo contrahecho!. Parece que te quiere comer.

-Mami, me da miedo. 

-Pues, no deberías tenerlo. Aunque bien es verdad que poco tiene que ver el hecho de que yo lo diga con la realidad de las cosas. Ahora mira como me siento encima. ¿Ves?

El niño boquiabierto miraba a su madre moviendo los glúteos sobre el maligno montón de ropa.

-¿Lo mataste? - preguntó al fin.

-Yo creo que si, pero, eso no quiere decir que te relajes. A veces se escurren por los lugares menos pensados, y a ver quién los encuentra. ¡Son tan rápidos!. Igual este era de los lentos –dijo observando los grandes ojos húmedos que tenía enfrente-. Anda duerme tranquilo.

-He de irme –añadió poniéndose de pie.

-¡No!

-¿Por qué?, ¿todavia tienes miedo?.

Dudaba. No sabia que responder. Se le aceleraba la respiración y no daba con la tecla necesaria para hablar. Por fin se le escapó una voz, como si no fuese la suya.

-No tengo miedo – dijo con voz resquebrajada. En su cabeza retumbaba la misma frase como un mantra protector: “no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo”.

-Sí lo tienes, a ver acercarte para verte mejor. Tienes las pupilas dilatadas y el cuerpo te tiembla; ¡es normal!. Eres un niño y los niños suelen tener miedo. Ahora bien, si te sientes mejor y crees que puedes afrontarlo solo, me retiro. Ya estoy cansada.

-¡No!

-Dos nos son como un sí – dijo. El niño de reojo miraba la ropa que, libre del peso, iba recobrando su forma horripilante.

-¡No te vayas!

-Esta bien, me quedaré. Aunque.... si era de los rápidos...

-¿Qué?

-Podría esconderse –iba escrutando la habitación-, ¡en el ropero!.

-Pero yo he visto de día que solo hay ropa ahí.

-¡Entonces lo comprendes!.  Sólo hay ropa, y, no podemos tener miedo a la ropa, ¿no es cierto? ¡Nos la ponemos todos los días!.

-A veces me siento incomodo con ella.

-Por algo se empieza, a ver, ¿te acuerdas de que los monstruos toman formas insólitas?. Había un chico al que no le gustaban sus calcetines y le dijo a su madre: "no me gustan estos calcetines". ¿Sabes que le contestó?

-Que eso no importaba, que se los pusiera.

-¡Bien! Pero él desconfiaba. Le dijo a su madre: "los calcetines me dan miedo".

-¡Póntelos! le ordenó la madre.

-¿Y qué pasó?

-Nada. El monstruo se había convertido en calcetines y empezaron a subir por su pierna hasta ahogarlo: se le puso la cara roja, primero, y después morada. Quiso gritar, pero no pudo. Las calcetines no se lo permitieron y cuando lo liberaron de ellos, ya era muy tarde: el niño estaba muerto de miedo, como tú, sólo que con la lengua afuera. ¡Horrible!. Toda hinchada.

El niño se tocó la lengua con los dedos.

-Y, -siguió la madre- hubo otro al que lo mató el papel de las paredes de su cuarto.
Tenia unos dibujitos muy tiernos, suave, como los peluches –el niño miró con suspicacia a su viejo conejo de felpa-. Una mañana lo encontraron abierto desde el cuello hasta el ombligo y con las tripas fuera. Y a los dibujitos les chorreaba sangre fresca. La madre arrancó el papel de las paredes con las uñas. Nunca le había gustado.

-Pero yo no tengo papel en las paredes.

-¡O sí! ¡Sí que tienes! Lo que pasa es que es uniforme y delgado. Lo puse así para que no se notara mucho. Porque después, cuando hayas crecido, no tendrás un cuarto lleno de colorines. Además el papel es más fácil de limpiar cuando se mancha.

-¡No es cierto!

-¡Claro!, no me creas. Además, eso no es lo peor: los niños muertos por los monstruos, reviven y se comen a sus hermanos y a sus mamás. ¿Tú no quieres hacerle daño a tu mami?, ¿verdad?

Empezó a llorar. La madre lo estrecho con fuerza.

-No llores, hijo. Estoy contigo.

Sintió con pavor cómo el abrazo le cortaba el aire que entraba en sus pulmones hasta que no tuvo más remedio que quedar callado.

-Así esta mejor –dijo soltándolo-. A mí me gustan los niños tranquilos.

Lo escrutó con frialdad.

-Bueno. Será mejor que me vaya.

Siguió mirándolo. Ninguno dijo nada. De pronto el pequeño sintió un ruido debajo de él. Veloz, la madre levanto los pies.

-¡Ahí estás desgraciado! –dijo gritando. Acto seguido trepó sobre la cama. El niño rompió otra vez en llanto.

-Mami no dejes que me coma.

-No te preocupes. Lo que hay que hacer es atraparlo y matarlo, tenga la forma que tenga. No vaya a ser que después nos parezca otra cosa y habría que empezar otra vez con esta cantilena.

-¡Atrápalo tu!

-¿Y si me pasa algo? Tú no quieres que le pase nada a tu mami...

Él pequeño enmudeció. La madre estudió su reacción hasta que se le ocurrió algo.

-¡Ya sé! Hagamos un saco con la sabana y te metes bajo la cama para cogerlo.

-¡Pero no sé cómo es! –respondió el hijo.

-¿Te acuerdas qué juguetes has dejado bajo la cama?

-No.

-Pues, tienes que mirar.

-¡Nooo! mira tu.

-Yo no lo reconocería. Yo no distinguiría un juguete de un monstruo.

-Pero...

-Si miras rápido no te pasará nada.

El niño estaba paralizado. Miró a su madre y miró al suelo. Luego imaginó al monstruo con la boca abierta y los colmillos apenas distinguibles tras una maraña de pelo rojo. Se volvió a repetir: “no tengo miedo”, “no tengo miedo”, “no tengo miedo”. Aferrándose al borde de la cama, se asomó rápidamente.

-Creo que se ha convertido en Tobi.

-¡Ah! El payaso. A mi no me gustaba ese juguete. Bueno a ti te gusta, así que tú lo tendrás que coger. Uno no puede coger los monstruos que quieren comerse a otro, ¿no?

-Tiene que haber un modo –a punto de llorar-.

-Bueno, está bien. Pero si me pasa algo es tu culpa –lo miró fijamente.

Con cautela, bajó primero un pie, luego, el otro. Después, mirando al pequeño, se fue agachando, armada con la sabana hecha un saco de nudos. Mientras descendía, sus ojos se iban perdiendo al borde del colchón. El niño se acercó y vio las piernas en cuidadoso movimiento.

-¿Lo ves?

-No, no lo veo. Está el coche, la pelota... ¡espera! ¡Allí esta! –y lanzó un alarido que le estremeció hasta los huesos. Las piernas de su madre se retorcían en movimientos imposibles.
El niño gimió y lloró a todo pulmón hasta que el grito cesó, después quedó en silencio para que el monstruo no lo oyera.

-Niño...., una voz cavernosa salía de la cama.

-Niño...

Se arrinconó contra la cabecera.

-Ya mataste a tu madre...

-¡No, no!

-... tienes suerte de salvarte. Estoy cansado y he saciado mi hambre.

Armándose de valor, se aprestó a correr, pero cuando bajó de la cama sintió algo que lo sujetaba: la mano de la madre le cogía la pierna, al tiempo su propio cuerpo, por inercia, caía pesado al suelo.

La madre se puso de pie levantandolo de la pierna mientras él lloraba y se retorcía como un gusano.

-Me mataste, decía la madre, mientras le restregaba el payaso en la cara.

-¡No!

La madre sonrió perversa. El pequeño no pudo evitar acordarse de los dibujos del papel y sus dientes enrojecidos.

-Mira hijo, solo te estaba asustando. ¡Cómo te voy a hacer daño! Si soy tu madre.

Y acto seguido lo deposita sobre la cama.

-¡No me comas!, ¡no me comas!, chillaba el niño

-Tranquilízate. Como voy ha hacerte daño. Sabes, estoy cansada y no entiendes que los monstruos no existen.

Entonces entendió que su madre no estaba muerta y empezó a tranquilizarse. Cuando paró de llorar lo arropó con la sabana.

-Bueno hijo, solo quiero que entiendas que esto lo he hecho por tu bien para que no tengas miedo, ¿de acuerdo?

Le dio un beso en la frente y su silueta se dibujó en el marco de la puerta.

-Mami...

-¿Si?

-¿Puedes llevarte al payaso?

-Pero...imagina que si fuera un monstruo volvería desde mi cuarto a matarte. Aunque claro, ¡que tonta soy!, me mataría a mi primero.

-No, es que...

-Veo que voy a tener que tomarme en serio tu miedo. No te preocupes. Ahora descansa hijo, descansa –y tras una breve pausa- ya pensaré en algo mejor.

Aquella fue una noche muy larga.

sábado, 11 de agosto de 2012

Hermafrodita






Hermes y Afrodita tuvieron un fugaz desliz y de esta unión pasajera nació un niño al que pusieron por nombre Hermafrodito.

Afrodita temiendo ser acusada de adulterio, viendo en el niño un testimonio vivo de su pasión, decidió desacerse de él entregándolo al cuidado de las Ninfas del monte Ida que lo criaron y educaron.

Cuando creció abandonó a las Ninfas dispuesto a recorrer la tierra, Hermafrodito era tan bello como su divina madre, aunque él no sentía el ardor amoroso de ella, por lo que ante los encantos femeninos bajaba los ojos.

Un día al pasar por un lago y ante el calor que hacía decidió darse un baño, por lo cual se desnudó y se zambullo en las cristalinas aguas.

En esto la Ninfa del lago que no era otra que Salmacis que lo estaba comtemplando, ante la visión de aquel hermoso cuerpo no pudo resistir la pasión, desnudándose, se deslizó en el agua con la intención de (bueno, ya sabéis) conquistar a aquél joven.

Más Hermafrodito se resistía, pues, no deseaba aventuras amorosas, desesperada de no conseguir lo que tanto ansiaba, Salmacis se agarró fuertemente a él, diciéndole:

-¡Te debates en vano, hombre cruel!

Pero Hermafrodito, obstinado, se negaba a satisfacer la pasión de Salmacis, por lo que esta arrastrándolo hacia el fondo del lago le suplicó a los dioses:

- ¡Dioses! ¡Haced que nada pueda separarnos!.

Los dioses escucharon su suplica y los dos cuerpos se fundieron para siempre.

La escultura representa a Hermafrodita durmiendo y está en el Museo de Louvre, datada en el siglo II después de Cristo, fue descubierta en Roma en las termas de Diocleciano y se cree que es una copia de un original griego, el colchón sobre el que descansa Hermafrodita fue esculpido por Bernini en 1619.