No si ya verás
jueves, 2 de febrero de 2017
FIN
La conocí hace tiempo, en una negra noche de alcohol en la que me crucé en su camino, desde entonces, he estado dispuesto a echarme en sus brazos...... a entregarme a ella sin ninguna resistencia, totalmente convencido de que era lo mejor que podía pasarme, pero, no sé porqué, decidió dejarme, sin importarle cual era mi deseo, sin tener en cuenta mi necesidad de aferrarme a ella, sólo le interesaba su egoísmo y sus caprichos, dejando mi espíritu y mi corazón sumido en la más profunda de las desesperaciones.
Y ahora la espero, ni un solo músculo de mi cuerpo demuestra temor.
Mi mirada se aleja distraidamente a través del cristal de la ventana que como un cuadro deja ver la quietud del campo en el ocaso, bebo de mi copa, sorbo a sorbo.
El tiempo hace mucho que no me preocupa y el paso de los años me ha enseñado a no temerle, la paciencia y la calma son ahora mi mayor virtud.
De pronto, ella atraviesa el umbral…
Hermosa como una diosa, se aproxima a mí y bajo la tenue luz de la habitación, sus felinos ojos se clavan en los míos, y, una delicada sonrisa se dibuja en sus carnosos labios, la recordaba así, cínica y un tanto frívola, pero tan bella, que otra vez siento el influjo de sus encantos…
Al son de una de sus canciones preferidas, desliza su cuerpo perfecto y delicado junto al mío y su perfume flota etéreo en la atmósfera del cuarto, ella, distraidamente danza suavemente, rozandome y su cuerpo me envuelve, sensual y atrevido bajo la sutil gasa negra de su vestido, siento sus senos tibios rozando mi pecho y mi espalda, sus manos ávidas, me acarician deslizándose por mi nuca, hombros y pecho, hasta aferrarse eróticamente en mis muslos y caigo lentamente bajo su influjo, su mirada ahita de deseo me embriaga.
Pero, esta vez, soy yo quien espera para terminar nuestro encuentro, la noche acaba de empezar y el alba............., el alba se halla muy lejana todavía.
Sus labios anhelantes, se posan delicadamente en los mios, sonrío casi maliciosamente....... ¡sigue siendo tan mía!, que, el deseo de vengarme se apodera de mí, aunque domino ese impulso, apartándola de mi y dejándola atónita ante mi reacción, levanto mi copa y brindo por ella y al hacerlo, sus ojos brillan, me arrebata la copa y brinda por los años pasados y el amor, entonces me siento en el sofá contemplándola.
Con la copa en la mano, se tiende a mi lado, apoya su cabeza sobre mis piernas y fija sus ojos de gata enamorada en los míos, le quito la copa y beso sus labios con toda la pasión que he albergado dentro de mi desde que me dejo; desde antes de haberme dado cuenta que ya no la deseo, la beso largamente, hasta sentir que su felicidad se desvanece, que tiembla de amor entre mis brazos.
Entonces, al sentir su cuerpo estremecerse me levanto alejándome lo suficiente para observarla, para gozar del placer que me causa verla así, rendida ante mí.
Ella adivina mis sentimientos y se levanta de un salto, su mirada gatuna se transforma en fuego.
Espero el zarpazo de su ira, sin embargo, controla su arrebato y serena, me dice…
-Te he amado, desde aquella noche, cuando te vi por primera vez, porque aquella vez experimenté como jamás lo había hecho, la necesidad de sentirme mujer, y cambiar por ti, te cruzaste en mi camino suplicando que te ayudara, ¡no pude hacerlo!, al verte, algo extraño me ocurrió por primera vez. Contigo, descubrí el amor y te imaginé mil mañanas amándome en la frescura de tu cama.
Y con sus ojos cargados de llanto, me contempla, mientras su voz suena con una tristeza tal, que me hace sentir un miserable, y me arrodillo ante ella, todo el resentimiento acumulado durante tantos años, se esfuma en ese segundo…
De pronto, cuando acongojado, me aferro a su cuerpo, una horrorosa carcajada hiela mi sangre.
Y miro su rostro, su larga cabellera negra ya no existe, un frío y oscuro manto la cubre al igual que su cuerpo, cuerpo que es sólo un esqueleto envuelto en una mortaja y sus huesos se clavan en mi pecho, de un salto me alejo de ella y su risa retumba en toda la habitación.
Y quiero correr. Y quiero huir. Y creo que voy a enloquecer…
Entonces, sólo entonces, veo en la cuenca vacía de sus ojos, una luz de tristeza que duele.
Y comprendo…el final ha llegado y con él, también mi vida.
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