viernes, 15 de junio de 2012

Safo



Hace aproximadamente 2.600 vivió, Safo de Lesbos, hija de un rico comerciante de vinos y era la mayor de 4 hermanos, siendo todavía una niña su padre fue a luchar en la guerra de Lesbos contra Atenas de la que no volvió, ocupándose ella del negocio familiar con éxito.
Safo de Lesbos

Más tarde fue implicada en una conspiración para matar al tirano de Lesbos (Pitaco), y este le perdono la vida aunque la desterró a Siracusa.

Una vez en Siracusa se casó con un rico comerciante del que engendró a su única hija a la que puso el nombre que llevaban su madre y su abuela: Kleis.

Tengo una linda niña
con la hermosura
de las flores de oro.
Kleis, mi encanto.
Por ella yo daría
la Lidia entera
y mi tierra querida.

En Siracusa se convirtió en el centro de la vida cultural y artística y aunque su marido murió al poco tiempo, le dejó una gran fortuna.

Al cabo de seis años Pítaco le levantó el castigo, por lo que Safo pudo regresar a Lesbos y acabó respetando al tirano, que parece que fue un buen gobernante e incluso Safo llegó a pronunciar estas palabras elogiosas en su funeral:

Este hombre que fue mi enemigo,

ha sido uno de mis mayores benefactores,

porque si no,

no hubiera andado yo por esos mundos

y siendo mi enemigo me quiso

y fue sabio

y bueno conmigo.

Mientras que otros que están a mi alrededor y en mi sociedad,
son mis verdaderos enemigos aunque me sonríen
y me saludan cuando nos cruzamos en los caminos.


Ya en Lesbos,  Safo fundó una escuela donde enseñaba a mujeres jóvenes: arte, canto, danza y literatura.

Para todas estas chicas compuso odas nupciales en sus bodas.


Se sabe que Safo amó tanto a mujeres como a hombres y en sus versos cantó su amor a las mujeres sin ocultarlo.

Se conocen los nombres de muchas de sus amadas, aunque su favorita fue Atthis.

Cuando la familia de Atthis la sacó de la escuela para casarla con un muchacho, Safo escribió este bellísimo poema "El adiós a Atthis",:

Vete tranquila.

No te olvides de mí porque sabes, debes saber, que yo estaré siempre a tu lado.

Y si no quieres saberlo, te recordaré lo que tú olvidas:

muchas horas felices pasamos juntas;

han sido muchas las coronas de violetas, de rosas,

de flor de azafrán y ramos de eneldo que junto a mi te ceñiste.

Han sido muchas las veces que bálsamo de mirra y regio ungüento,

derramaste sobre mi cabeza.

Yo no podré olvidarlo y tú, tampoco.

Igual a los dioses me parece el hombre dichoso que te abraza

y te oye en silencio con tu voz de plata y tu sonrisa risueña...

Cuan cara y hermosa era la vida que vivimos juntas.

Pues entonces, con guirnaldas de violetas

y dulces rosas cubrías junto a mí tus rizos, ondeantes.

Y con abundantes aromas preciosos y exquisitos ungías tu piel fresca y joven en mi regazo

y no había colina ni arroyo ni lugar sagrado que no visitáramos danzando...


Safo inventó el verso de tres endecasílabos y un adónico final de cinco silabas conocido hoy en día como oda sáfica. Escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos. De éstos sólo quedan algunos fragmentos y dos poemas completos: la Oda a la mujer amada, recogida por Longino en su libro Tratado de lo sublime y la Oda a Afrodita, recogida por Dionisio de Halicarnaso.

La poesía de Safo se caracteriza por la exquisita belleza de su dicción, su perfección formal, su intensidad y su emoción

Ella fue la primera que cantó lo que sucedía en su interior, en lugar de lo que ocurría alrededor.

Y creó la poesía lírica que era cantada y acompañada de música, normalmente flauta, cítara o lira, con lo que el poeta creaba también la música, y en el caso de Safo también la danza.

No se sabe exactamente cuando ni como murió, pero una leyenda sostiene que, tras ser rechazada por un joven marino (Faón), se arrojó desde un acantilado en Léucade. Esto no concuerda para nada con sus poemas de última época, en los que se describe a sí misma como una anciana que goza de una vida tranquila, pobre y en armonía con la naturaleza. Después de su muerte, Mitilene acuñó monedas con su busto y los atenienses le erigieron una estatua en bronce, obra de Silanión.

El mundo de Safo, es femenino y nunca se sabrá si Safo fue lesbiana, eso sí fue una mujer que en un mundo totalmente patriarcal habló de ella y sus sentimientos, os dejo algunos fragmentos de sus poesías:

Dicen que una tropa de carros unos,
otros que de infantes, de naves otros,
es lo más hermoso en la negra tierra;
ya que todo aquello es
lo que uno ama.
Y es sencillo hacer que cualquiera entienda
esto, pues Helena, que aventajaba
en belleza a todos, a su marido,
alto en honores,
lo dejó y se fue por el mar a Troya,
y ni de su hija o sus propios padres
quiso ya acordarse, pues fue llevada.

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Me parece igual a los dioses ese
hombre que ahora está frente a ti sentado,
y tu dulce voz a tu lado escucha
mientras le hablas
y tu amable risa; lo cual, te juro,
en mi pecho el alma saltar ha hecho:
pues te miro apenas y mis palabras
ya no me salen.....

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De ella ver quisiera su andar amable
y la clara luz de su rostro antes
que a los carros lidios o a mil guerreros
llenos de armas.

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Conceded, Nereidas, y tú, Chipriota,
que mi hermano vuelva hasta aquí sin daño
y que todo aquello que en su alma ansía
sea cumplido;

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Dos siglos después de su muerte Platón se refirió a ella como “la décima musa”.

En el año 1703, la Iglesia Católica ordenó quemar todas las copias de los poemas de Safo, de los que sólo se logró recuperar un tercio.

En 2004 fueron hallados nuevos fragmentos de Safo, que amplían y mejoran sustancialmente uno de los que ya se tenía de ella.






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