miércoles, 5 de febrero de 2014

Atrapado

Finalmente se decidió, hacia tres días que estaba atrapado en aquel mísero agujero, a base únicamente del agua que almacenaba en su pequeña cantimplora y las escasas esperanzas de que alguien le encontrara se desvanecían segundo a segundo.

El hecho de que no llevara reloj, (objeto que nunca le había gustado), ni siquiera su viejo móvil, (diablos que idiota había sido), también que no supiera nadie donde se había dirigido, no ayudaba mucho aunque ahora de nada valía lamentarse, aunque si tenía una navaja y hecho mano de ella.

Así que asiendo la navaja que siempre que salia de excursión le acompañaba se preparó para la tarea que se le antojaba poco menos que titánica.

La observó con nuevos ojos, pues de ella iba a depender ahora que continuara viviendo, fijándose en los detalles con una minuciosidad impropia en aquel momento, dudando eso si, de que el hecho de ser una copia china y no la original alemana, restaría eficacia a la misma.

Siempre que salia la llevaba prendida mediante el clip en el bolsillo de sus vaqueros, no temía perderla pues al ser una copia no era excesivamente cara ya que le había costado unos 9 euros en su momento, además la compró por su ligereza y por que le había gustado nada más verla, con sus cachas metálicas agujereadas y su hoja parcialmente negra aparte de su filo mixto, liso, serrado, y la verdad que una vez que la tuvo entre sus manos por primera vez comprobó la facilidad de su apertura gracias al tetón que ni grande ni pequeño sobresalia por ambas caras de la hoja.

Tenia aprecio a aquella navaja, aunque consideraba, cada vez más, que el hecho de que fuera una copia no era en si algo que le repugnaba, sino de que se usara el nombre de la marca sin recato y, por supuesto, estaba seguro, sin ninguna clase de permiso. Así podía leer en la cacha BÖKER plus y en la hoja, más grande la misma marca acompañada de un árbol rodeado de las típicas letras THREEBRAND ARBOLITO BÖKER y la leyenda debajo Your knife Made in Solingen, (su navaja hecha en Solingen), ja, ja ja, eran unos cachondos esos chinos.

Bien ahora no había vuelta atrás apretó todo lo que pudo el torniquete que se había hecho en el muslo, exactamente a un palmo de la rodilla, comprobando que no sentía nada en la pierna atrapada y deshecha por aquella piedra que le retenía en aquel hoyo.

Aplicó la punta de la navaja e hizo un agujero en el vaquero para inmediatamente cortarlo por debajo del torniquete, le costó más de lo que había imaginado  las malditas uniones eran endiabladamente fuertes, pero, lo consiguió, empujo el trozo de pernera hacia abajo y ahí tenia ante sus ojos la carne que debía cortar, respiró hondo, ahora debía empezar lo que más había temido durante ese tiempo, y, sobre todo lo que más le preocupaba pues no sabia como iba a cortar el hueso, recordaba una historia, o era una película, en que el protagonista atrapado por el brazo sin escapatoria decide romperse el hueso y después cortar por ahí aprovechando la rotura, pero él no podía romperse el fémur no porque no lo hubiera intentado sino porque no podía hacer suficiente palanca en la posición en que se hallaba, así que tenia que serrarlo y que fuera lo que dios quisiera.

Hecho un trago de agua, cogió un trozo de madera que había a su alrededor y lo mordió con todas sus fuerzas, y comenzó a cortar carne, venas, tendones hasta dar con el hueso, lleno de sangre, paró, recuperó el aliento y sabiendo que era cuestión de vida o muerte, lo atacó con la parte dentada de la navaja, el dolor era insoportable pero su mente como embriagada le obligaba a seguir a pesar de que su corazón latía con tanta velocidad que parecía querer salirse de su pecho, y el tiempo pasaba agonizando pareciendo que tardaba años, siglos en tan macabra operación, sin poder resistir más y comprobando que había serrado un poco más de la mitad del hueso se detuvo de nuevo, ahora debía acabar de romperlo por lo que ayudandose con su otra pierna y haciendo un movimiento brusco lo consiguió, pudo oír el leve chasquido que se produjo y como una oleada de frio invadía su cuerpo, perdiendo el conocimiento.  

Se despertó, sin saber cuanto tiempo había pasado, pero, aún estaba vivo, observó la carnicería sin atreverse a mover ni un párpado de tanto dolor que sentía, ahora sólo le quedaba acabar el trabajo y por primera vez fue consciente de que unos cuantos cortes más le permitirían volver a retomar su vida, empuñó de nuevo la navaja y con los dientes apretados y los ojos empapados de lágrimas, acabó lo que había empezado hacia ya un lustro.

Al fin libre, comprobó que el torniquete cumplía perfectamente su función y poco a poco logró ponerse de pie, mirando con aprehensión el guiñapo sanguinolento atrapado en aquella maldita roca, ahora debía ascender como pudiera por aquel hoyo y dirigirse sin mirar atrás hacia la salvación.

Por suerte aquella trampa no era profunda y ayudandose de sus musculosos brazos y su única pierna ascendió dificultosamente hasta el borde, donde exhausto rebuscó en su mente el camino para  bajar de aquella montaña, mientras le cruzaban flases donde se veía con una prótesis que le iba a acompañar el resto de su vida.

Sin pensarlo más se lanzó ladera abajo sobre sus glúteos, pues era la forma más rápida y la única que podía utilizar, después de todo lo acontecido lo de menos era desollarse las palmas de las manos en la bajada.

Desorientado, magullado, hambriento, reptando por el suelo de la montaña, pues no conseguía el suficiente equilibrio con una pierna para erguirse y avanzar aunque fuera a saltitos, pues no encontraba una rama o un misero trozo de algo que hiciera las veces de bastón en aquellos parajes en los que solo crecían esparragueras, archilagas y matorrales, hasta que divisó un rebaño de ovejas y empezó a gritar pidiendo auxilio.

El pastor un hombre moreno, enjuto con el rostro surcado de profundas lineas, inmediatamente corrió a su encuentro, proporcionándole algo que comer, intentando calmarlo y sobre todo llamando con su móvil a la Guardia Civil.

A partir de allí todo sucedió muy rápido, le dieron un calmante y un helicóptero lo trasladó al hospital donde los médicos le atendieron diligentemente, no todos los días tenían pacientes que se cortaban una pierna, hasta que limpio, curado y en una habitación sólo para él, se durmió profundamente.

Dos años después, un grupo de excursionistas acertó a pasar por un paraje alejado de las rutas que se solían hacer y en un pequeño declive encontraron el cadáver de un hombre atrapado por una roca aferrado a una mohosa navaja.

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