Más conocidos como los Templarios, desde que Hugo de Payen se presentara junto con ocho caballeros mas, ante Balbuino I, primer rey de la recién conquistada Jerusalén, en la Primera Cruzada y pidiendo al Papa que permitiera la creación de una orden para proteger a los peregrinos que viajaban a los santos lugares.
Parece increíble que solo nueve personas, crearan la orden y que durante nueve años, no admitieran más miembros.
No obstante, llegaron a adquirir un gran prestigio y fuerza.
Se especula que los nueve años que la orden paso en el "anonimato", los dedicaron a buscar, los tesoros del Templo de Salomón, (descrito en un rollo de cobre hallado en Qumrán en 1952), y del que se enterarían por medio de Godofredo de Bouillon, fundador del Priorato de Sión.
San Bernardo fue quien estableció sus reglas, que eran obediencia, castidad y pobreza, añadiéndose la de luchar a muerte y no huir a menos de estar en clara inferioridad.
En pocos años llegaron a ser una gran fuerza política y guerrera llegando a tener unos 30.000 hombres perfectamente equipados, organizados y con absoluta obediencia al Temple, también a ellos se debe la idea de los bancos modernos, siendo los primeros en utilizar la contabilidad.
Se declararon en absoluta independencia y solo reconocían la autoridad del Papa, igual que hicieron, después los Jesuitas, o sea un estado dentro de otros estados, con barcos, puertos, ejercito, hospitales, etc..
Y mucho dinero, aunque hacían voto de pobreza.
La batalla de Hatting, (1187), donde templarios y hospitalarios, a las órdenes de Reinaldo de Châtillon, fueron barridos por Saladino, quien, además decapitó, personalmente a Reinaldo, fue la que marcó el declive de la orden, para luego ser apuntalada con la pérdida de la Tierra Santa, cuando cayó Acre, (1291) donde el gran maestre de la orden lucho con sus caballeros hasta la muerte, como no podía ser de otra forma.
Expulsados de Jerusalén, se establecieron en Chipre.
Por cierto los guerreros árabes, odiaban a muerte a estos intransigentes y fanáticos guerreros.
En 1307, empezó el ataque contra los Templarios por parte de Felipe el Hermoso que deseaba sus riquezas.
En 1312, la orden estaba disuelta.
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