martes, 27 de abril de 2010

Filtros mágicos






Los filtros mágicos han tenido desde la antigüedad mucho predicamento, quizás gracias a esa parte de magia de la que eran adornados, por lo que las mujeres de todas las épocas los han utilizado a base de flores y plantas olorosas con el objetivo de seducir y también hacer conjuros, llegando su práctica hasta nuestros días, más o menos disfrazada de modernidad, sin olvidar que se han hecho y se hacen verdaderas carnicerías.


Los Alquimistas, por ejemplo, ya por el siglo XII intentaban denodadamente elaborar filtros maravillosos para conseguir la inmortalidad y la belleza.


Y era raro el reino que no tenia a su cargo a alguno de ellos, como Isabel, Reina de Hungria, de la cual se decía que merced a un "agua" preparada por sus alquimistas la había embellecido tanto que el rey de Polonia se enamoró perdidamente de ella, pidiéndole matrimonio.


Ya en el Renacimiento, nadie que se considerase importante podía prescindir de su "perfumista", como Catalina de Médicis que tenía a su servicio a Renato el Florentino, el cual reunía una gran habilidad de "perfumista" y unas nada recomendables dotes de envenenador, que probablemente utilizó más de una vez, contándose que entre sus víctimas se encontraba Juana de Albert, reina de Navarra y madre del futuro Enrique IV de Francia, la cual murió tras ponerse unos guantes "perfumados" que le había regalado Catalina de Médicis.


Todos estos perfumes, tónicos, recetas, pócimas, mágicos todos ellos, eran muy apreciados por las damas que temían perder sus encantos y deseaban retener a su maridos, ya que estos prometían cosas como rejuvenecer, embellecer, etc.


Incluso Nostradamus en 1556, publicó un opúsculo con una formula sublime gracias a la cual una mujer de 55 años parecería una muchacha de 12.


Y es más, para poner en práctica estas maravillosas recetas mágicas los inventores se dedicaron en cuerpo y alma a crear extraordinarios alambiques.


Y en la isla Nauru en la Micronesia, la etnóloga francesa Solange Petit-Skinner descubrió toda una serie de recetas destinadas a "perfumarse interiormente", a base de extraer los jugos de algunas plantas con el fin de perfumar la transpiración y los órganos sexuales, perfumando el interior del cuerpo con mixturas que se tragan o bien que se introducen, ya podéis imaginar donde.


Una receta:
Tomar tres hojas de emet, las más jóvenes y próximas al corazón de la planta, machacarlas y envolverlas en un trozo de tela.
A continuación tomar una taza de agua y mojar en ella el trozo de tela que contiene las hojas machacadas; luego escurrir en esta misma agua para extraer el jugo.
Y añadir dos o tres gotas de aceite de coco.
Debe beberse por la mañana y por la noche durante tres días.

Las hojas de emet pueden sustituirse por hojas de iud o de irín, pero el emet tiene un perfume más duradero, aunque de sabor amargo.


Otra:

Tomar tres flores o tres frutos de iud.
Exprimir y extraer el jugo como en la primera receta.
Mezclar con la leche de un coco verde y beber por la mañana durante varios días para conseguir un efecto más prolongado.

Se aconseja beber estas pociones por la mañana y por la noche en los días de las citas amorosas.

El número tres es muy importante en la composición de los filtros de amor: tres días, tres horas, tres frutos, tres veces, o los múltiplos de tres.

Estas pociones no deben frenar la transpiración, porque no es aconsejable que una mujer esté «seca».

Al contrario, debe permanecer «dulce y húmeda».


También utilizan otro filtro amoroso, pero éste bajo la forma de vapor oloroso.


Para ello emplean una especie de corteza que se encuentra en los ríos tras las tempestades, el dakaré.


Se reduce a polvo; se enciende un fuego hecho de viejos troncos de cocotero; a continuación, se echan al fuego seis mitades de coco raspadas y jugosas. Sobre el fuego crepitante se coloca el dakaré.

A continuación, tras haber cubierto el fuego, la mujer se cubre enteramente, incluida la cabeza, con una estera, para conservar todo el vapor.

De esta manera, el perfume penetra en el interior del cuerpo.

Durante toda la preparación está prohibido comer pescado, porque se dice que si no, cuando se enciende el fuego, huele a pescado.


Eso si la mujer debe retirarse a un lugar aislado y no hablar con nadie durante estas prácticas «mágicas», que sólo son eficaces una vez.

Este baño de vapor perfumado tiene el poder de volver locos de amor a todos los hombres.



No hay comentarios: