sábado, 24 de abril de 2010

Memoria

Hoy es el día, por fin se ha decidido, irá sola.


Le sudan las manos, está nerviosa, le tiemblan las piernas, la frutera parece simpática.


- ¿Me pone un kilo de, de...... ?, y señala la fruta con el índice.


¡Mandarinas, mandarinas!- piensa....¿porqué no se acordaba?.


Sabia de sobra que eran mandarinas, ¿porque no dijo lo que quería?.


Vagó la mirada por los estantes, aquello eran tomates, al lado calabacines, y...eso era......¿qué era?.


Paga con un billete, siempre lo hace y simula que controla el cambio, pero, cuando le piden algo para redondear, se desorienta del todo, pone las monedas en la palma de su mano y deja que escojan lo que quieran.


¿Porqué diantres cambiaron al euro?, piensa.


¡Oiga, señora! se olvida las mandarinas.


-(Putas mandarinas), es curioso algunas palabras le salen facilmente.


Mañana volverá al supermercado, comprará productos envasados y pagará con la tarjeta, así nadie se dará cuenta.


Entre lágrimas recuerda un articulo en el que se decía que la memoria y el lenguaje nos hace humanos.


Es Martes y tiene sesión con la logopeda, sube con el ascensor pero al salir no reconoce la planta, se ha equivocado, le suele pasar, la puerta se cierra a su espalda, se ha quedado absorta mirando a unos jóvenes que van en sillas de ruedas, excepto algún enfermero que cruza atareado, algunos hablan mientras otros se desplazan con soltura, parece que hacen ejercicio o simplemente gastan la energía que les sobra, de una parte a otra, una y otra vez, cree recordar haber visto en algún sitio un comportamiento así, repetitivo. Piensa en lo jóvenes que son; en como puede cambiar la vida en un instante; en lo estúpida que se siente por sentirse tan mal por lo que le ha sucedido....


Se da la vuelta y avisa al ascensor, llegará tarde. A su lado frena derrapando una silla de ruedas, se asusta y baja la vista mirando al culpable a la cara, él le sonríe, ella le devuelve la sonrisa.


-¿Subes?


Yo también. Los ascensores de los hospitales tardan mucho. Es culpa de la gente que se empeña en tocar todos los botones a la vez. ¿Qué impacientes!. Ya esta aquí. ¿A qué planta vas?. Ah. ¿Que te paseas en el ascensor?. Hoy hace un día fantástico...¿Te han dicho que tienes unos ojos preciosos?. ¿Ha sido un accidente de moto, verdad?, a mí me gustaban mucho, ahora ya no....ahora les tengo miedo, bueno, le tengo miedo a casi todo, hasta a hablar. Pero cuentame lo que quieras, yo te escucharé, podríamos salir a pasear, yo te ayudaría con los obstáculos y tú hablarías por mí, podríamos ser amigos....


-¿Subes?


Entonces yo también. Estoy tan harto de estar aquí encerrado, que suelo pasear en el ascensor arriba y abajo. Me gusta hablar con gente que no sea del entorno del hospital. Mis padres viven lejos, suelen venir los fines de semana y mi novia, al poco de pasar esto, me dejó, si bien yo la ayudé a hacerlo, no quería que cargara conmigo, no se lo merecía, aunque, ahora la echo de menos. ¿Vienes a visitar a alguien?. ¿Por cierto, te han dicho que tienes una sonrisa muy bonita?. Me podrías enseñar tus sitios preferidos de esta ciudad y alguna palabra en valenciano para vacilar con los colegas de la planta.


Parece que el tiempo se ha detenido en el breve trayecto del ascensor, un tiempo lleno de silencios.


-¿Bajas aquí?- le pregunta ella.


-No, solo paseaba un rato.


Un simple adiós, pero se cruzan miradas complices y sonríen los dos.


Ella se aleja por el pasillo mientras se cierra la puerta del ascensor......


Es martes de nuevo, pero no tiene que volver al hospital, le han dado el alta, el último análisis que le realizaron mostraba todos sus parámetros dentro de la normalidad.


¿Qué bien, piensa, un certificado de normalidad. Seguirá yendo al super.


A la misma hora, una silla de ruedas recorre de un extremo a otro los ascensores de entrada al hospital.

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