jueves, 29 de abril de 2010

Un poco del Antiguo Egipto

Una breve historia del Antiguo Egipto .


Prehistoria de Egipto


La prehistoria de Egipto es un período importante, ya que la lengua, las creencias religiosas, la escritura y las instituciones del Egipto histórico se formaron en esos siglos oscuros de los que sólo dan noticia los utensilios descubiertos por los prehistoriadores en distintos lugares del valle del Nilo. En la época histórica, las inscripciones conocidas por "Textos de las pirámides" aluden a acontecimientos que habían tenido lugar en la época prehistórica. Ningún documento arqueológico ha confirmado hasta hoy los hechos legendarios contados por los "Textos de las pirámides".

En la prehistoria de Egipto se distinguen tres grandes períodos, correspondientes a los establecidos para Europa y para las demás partes del mundo:

- La edad de la piedra tallada (paleolítico): de la que ignoramos casi todo: sólo sabemos que el clima era diferente. El valle del Nilo estaba habitado por pueblos nómadas que seguramente nada tenían que ver con los futuros pobladores de Egipto.

- La edad de la piedra pulimentada (neolítico): comienza, posiblemente, hacia el año 8000; el clima se ha estabilizado, y por los esqueletos descubiertos se puede afirmar que el valle del Nilo está ocupado por una mezcla de razas que comprende todas las intermedias entre el tipo negroide y el no negroide (próximo a la raza llamada camita, es decir, emparentado con los demás pobladores de África del norte y del este, como los bedjahs de África oriental, los bereberes, los tuaregs y los cabileños actuales).

- La edad del cobre y de la piedra tallada (eneolítico): comienza, sin duda, entre el año 6000 y el 5000; en ésta época surgen en Egipto la técnica de la construcción, la religión y el arte. En la época eneolítica aparece el gran período de la cerámica egipcia. A este momento oscuro de la historia es al que se refieren los hechos (no verificados) de los "Textos de las pirámides".


"Los Textos de las pirámides". Nos enseñan que los nomos del Delta habrían sido unificados por un rey del Norte, Osiris, cuyo sucesor, Horus, habría atacado al rey del Sur, seth. Esta monarquía unificada se habría dividido a su vez en dos reinos: Alto Egipto (capital El-Kab) y Bajo Egipto (capital Buto). Hacia el año 3000, un rey del Sur, Menes, habría reunificado el país, fundando la primera dinastía.




El Periodo Tinita


Antes de la época histórica, la rivalidad de los reinos del Norte (corona roja) y del Sur (corona blanca), termina con la victoria de los "sudistas", dirigidos por un "siervo de Horus" cuyo nombre se escribe -en jeroglífico- con un escorpión, razón por la que se le llama el "rey Escorpión". La unificación definitiva habría sido realizada por el fundador de la primera dinastía; Menes, según la lista de Manetón, y Namer, según una tablilla encontrada en Hierakónpolis.

Los reyes de las dos primeras dinastías eligieron como capital a Tinis, ciudad cuyo emplazamiento no ha podido ser identificado y que dio el nombre de "tinita" a este período. Sobre una gran piedra (de origen desconocido) y de la que se conserva un fragmento en Palermo y cuatro en El Cairo (la "piedra de Palermo"), se halló grabada la historia, año por año, de las cinco primeras dinastías: las guerras, las festividades religiosas, la fundación de las ciudades, el nivel del Nilo en períodos de crecida, etc., descritos con más o menos detalle, según los medios de información de los escribas que la grabaron. Esta piedra nos ofrece datos fundamentales sobre los siervos de Horus y los reyes tinitas.

Los reyes tinitas organizaron la monarquía egipcia. El faraón es un ser divino identificado con Horus, el dios halcón. Está bajo la protección de la diosa del Norte (Nekhbet, la diosa buitre) y de la del sur (Uadjet, la diosa Uranus). Por esta razón lleva, además del título de Nesut-bit, un segundo título: Nebti (el que pertenece a las dos diosas).

La existencia de una jerarquía de funcionarios está demostrada, pero ignoramos el principio de la administración general del país, dividido desde la época predinástica en "nomos". Sabemos que, desde la primera dinastía, se mide cada año la crecida del Nilo y que cada dos años se realiza el censo de la población: gobernar consiste en prever la abundancia y la escasez, establecer el número de bocas que deben ser alimentadas y fijar el número de contribuyentes. Los reyes tinitas tienen, sin duda, ministros, tribunales y ejército; pero la organización de estas instituciones sigue siendo un misterio. También parece que la vida religiosa está ya muy desarrollada en esta época.



El Periodo Antiguo

I El estatalismo faraónico


No sabemos gran cosa de la historia del Imperio Antiguo, aparte de la mención de algunas campañas hacia Nubia y hacia Asia. En cambio, son numerosos los monumentos de esta época que dan testimonio de una civilización y de un arte muy refinados.

El rey adquiere dos nuevos títulos: "Horus de oro" y sa-Ra (hijo de Ra). Su palacio es la "Gran Casa", Peraa (vocablo del que los griegos sacaron faraón: "el que vive en la Gran Casa"). Su nombre está rodeado por una línea ovalada (shenu), que simboliza el reinado del faraón sobre todo lo que está circuncidado por el Sol. El rey de Egipto es un monarca absoluto: sus funcionarios y oficiales actúan según sus deseos (y no en virtud de una ley, por ejemplo). Por los títulos aparecidos en los monumentos de la época, se puede tener una idea de la administración de Egipto bajo el Imperio Antiguo.


El funcionario principal es el consejero del rey, su visir. El visir acumula las funciones de primer ministro y de ministro de Justicia, de Agricultura y de Hacienda. Con intermedio de numerosos funcionarios, ayudados en sus tareas por los escribas, centraliza el cobro de los impuestos en especies (los productos de cultivo son almacenados en el "doble granero", cuyo nombre evoca el dualismo entre el reino del Norte y el reino del Sur). La agricultura general del país está vigilada por la administración central. Cada nomo tiene una organización sujeta al poder real. Los egipcios son, sin duda, el primer pueblo de la Tierra que estableció la omnipotencia de la burocracia, jefes, subjefes, directores, directores adjuntos, son enumerados en el documento, acompañados de una pléyade de escribas. Los principales de éstos eran llamados "jefes del secreto".

Toda esta organización impresiona por su autoritarismo. No olvidemos que el problema fundamental para este pueblo de agricultores es el agua. El país está surcado por una red de canales, que es necesario vigilar, conservar y distribuir. Las tierras, que pueden pertenecer a particulares, son en su mayor parte "tierras reales". El faraón es "dueño de los oficios", "jefe de los sacerdotes", etc. Semejante régimen exige inventarios y censos constantes. Pero el Estado, en la persona del faraón, no es sólo el dueño de los bienes de Egipto, sino el que asegura la circulación y consumo de los mismos. El "doble granero" es una reserva para los años de escasez, un ahorro impuesto, cuyo gerente es el rey. Por otra parte, el epíteto atribuido alguna vez al faraón, "el que gobierna los alimentos de todos los vivos", es bastante característico de este régimen, en que se mezclan el estatalismo, el socialismo y el paternalismo.


Un estado centralizado no es cómodo de sostener cuando los medios de comunicación son dificiles. Cuanto más alejado se encuentra un nomo de la capital, más tentado está su jefe (el nomarca) de actuar como un pequeño faraón local. Bajo el Imperio Antiguo, el control de la provincia estaba en manos de los inspectores reales que recorrían el país. El sistema empezó a flaquear cuando las prodigalidades faraónicas comenzaron a mermar seriamente sus tierras y sus riquezas; a fuerza de distribuirlas, el rey se empobreció. Desde la IV dinastía, este estado de cosas se manifiesta por una decadencia de la autoridad central, cosa que llevará, poco después, a una era de disturbios y de vicisitudes llamada "período intermedio".




El Periodo Antiguo

II Las pirámides


En la época tinita, las tumbas estaban coronadas por una pequeña construcción, a la que los obreros egipcios que trabajaban en las excavaciones y hablaban el árabe, llamaron "mastaba" (blanco). En el Imperio Antiguo, las sepulturas se convierten progresivamente en obras colosales gracias al empleo de la piedra, tallada según una técnica que la tradición hace remontarse hasta Imhotep. Según su construcción, estas tumbas reciben el nombre de mastabas, pirámides escalonadas o pirámides.

Heródoto fue el primero en explicar la construcción de las pirámides en un relato tenido durante mucho tiempo por verídico y cuyo asunto es la crueldad de Cheops. A decir verdad, nada sabemos referente a estos constructores; sólo que aún se les tributaba culto en la Época Baja, lo que nos obliga a pensar que no dejaron tan mal recuerdo en la memoria de los egipcios. He aquí los principales pasajes del texto de Heródoto:

"Cheops condenó indistintamente a los egipcios a trabajos de obras públicas. Unos fueron obligados a tallar piedras en las canteras de la cordillera arábiga y a arrastrarlas hasta el Nilo; otros a recoger estas piedras, que eran llevadas a través del río en barcazas, y llevarlas a las montañas de la parte de Libia. Cien mil hombres, relevados cada tres meses, estaban ocupados continuamente en estos trabajos; y costó diez años, durante los cuales el pueblo no cesó de estar abrumado con sacrificios de toda clase, sólo trazar un camino para acarrear las piedras, trabajo no inferior a la construcción de una pirámide...

La edificación de la pirámide que lleva su nombre costó veinte años más de trabajo. Esta pirámide es cuadrangular, cada cara tiene 8 plethres de largo por una altura igual (8 plethres representan aproximadamente 246m). Toda ella está construida con piedras pulimentadas, ajustadas con el mayor cuidado (ninguna mide menos de 30 pies).





Según el procedimiento empleado en la construcción de la pirámide, sus caras representaban primeramente una escalera en forma de peldaños. Cuando estuvo acabada y llegó el momento de revestirla, se utilizaron, para levantar las piedras destinadas a tal fin, unas máquinas de madera de pequeño tamaño. Una de estas máquinas alzaba la piedra que tenía que ir en la cumbre y la transportaba al primer escalón de la pirámide. Una vez allí, otra máquina la llevaba al segundo escalón, y así sucesivamente, caso de que hubiera tantas máquinas como escalones; o bien era la misma máquina, fácil de trasladar, la que servía para el transporte de todas las piedras...

Sobre una de las caras de la pirámide se anotó en caracteres egipcios la cantidad de rábanos, cebollas y ajos consumidos por los obreros. Si recuerdo bien lo que mi intérprete me ha dicho al traducirme la inscripción, solamente el gasto en dichos alimentos se ha elevado a 1600 talentos de plata (unos 450000 euros)... Cheops, para atender a sus gastos, llegó a tales excesos que, falto de recursos, exigió a su hija que se prostituyese y le procurase así todo el dinero que pudiese. No me han dicho la suma que consiguió por este medio, siguiendo las órdenes de su padre. Pero me han asegurado que, teniendo el proyecto de dejar a su muerte un monumento, exigía a cada uno de los que tenían trato con ella el regalo de una piedra apropiada para ser empleada en los trabajos que se estaban ejecutando, y que mandó edificar con tales piedras la pirámide que está en medio de las tres, delante de la grande. Los lados de esta pirámide miden cada uno un plethre y medio de longitud (45m aproximadamente)."




Al lado de las pirámides se levantan, casi siempre, las mastabas, donde se colocaban las momias de los servidores, consejeros y parientes del rey. Su distribución era análoga a la de las casas de una ciudad. La agrupación de mastabas formaba una "ciudad de los muertos".

Finalmente, ya que era obligatorio dedicar culto al alma del faraón difunto, las pirámides precisaban estar acompañadas de templos funerarios donde se celebrara la fiesta sed. El templo de Chefrén es el mejor conservado de los monumentos funerarios. La gran sala de este templo, en forma de T, estaba decorada con veintitrés colosales estatuas de reyes difuntos. Al norte de las grandes pirámides se talló en una roca enorme un león con cabeza de hombre, probablemente la del rey, echado sobre el vientre: es la célebre "esfinge de Gizeh".





El Periodo Antiguo

III El Primer Período Intermedio


El Imperio Antiguo termina con la IV dinastía (2423-2233, según la tradición, o 2350-2190, de acuerdo con las cronologías bajas) y conoce el reinado más largo de las historia de Egipto, el de Pepi II, que dura noventa años. Como siempre ha ocurrido en la historia de los grandes pueblos, la decadencia se anuncia con disturbios internos y con derrotas exteriores.

En el exterior los faraones continúan la tradicional política de expansión hacia Nubia y de control del Sinaí, donde explotan grandes canteras. Un gran general, llamado Uni, inflige a los beduinos del Sinaí numerosas derrotas. Los vencidos aprovechan más tarde los primeros disturbios sociales, bajo el reinado de Pepi II, para vengarse y penetrar en el Delta.

En el interior, la situación política y social se agrava progresivamente. Los nomarcas aumentan sus riquezas y su poderío. El nomarcado, convertido en hereditario, permite la constitución de un verdadero feudalismo, que escapa a la autoridad faraónica. Desde finales del reinado de Pepi II, una verdadera anarquía sume el reino en el desorden y en el terror.


El pueblo se subleva y desposee a los nobles de sus tierras, y los disturbios brotan en todas las ciudades. Las listas de "reyes" que han sido halladas carecen de significado para nosotros. A finales de este oscuro período, cuando el país está dividido, saqueado y desorganizado, existen, sin embargo, algunas regiones que escapan de la tormenta político-social. El nomo de Herakleópolis tiene por jefe a un hombre enérgico y eficaz, Kheti, que se atribuye (en 2222 según la tradición) el título de rey del Alto y del Bajo Egipto. Tras él, durante 150 años, se suceden los llamados reyes herakleopolitanos (IX y X dinastías).

Entretanto, los nomarcas de Tebas, actuando como verdaderos políticos, preparan la reunificación de Egipto. Mientras Herakleópolis domina el Delta, Tebas se vuelve hacia el Sury, después de una rivalidad política y militar que dura casi un siglo, triunfa sobre la ciudad del Norte. Con ello se inicia la época del Imperio Medio. Es de observar que los reyes de Tebas sólo son nomarcas, vasallos de los faraones de la IX y X dinastía, a pesar de lo cual son agrupados en una XI dinastía (2220-2015) contemporánea de las dinastías herakleopolitanas.



El Imperio Medio

I La política en el Imperio Medio


Los reyes tebanos de la IX dinastía rehacen la unidad de Egipto y reconstituyen la autoridad del poder central. Sus sucesores de la XII dinastía abandonarán Tebas y establecerán la capital a la entrada del Delta, cerca de El Fayum. Durante más de tres siglos, los faraones del Imperio Medio, con su firme política interior y sus victorias en el exterior, depararán al país los beneficios del poderío militar y de la civilización, juntamente.

En el interior, el hecho más interesante es la debilitación progresiva de los poderes de los nomarcas, hasta la desaparición casi total de este cargo durante el reinado del faraón más importante del Imperio Medio, Sesostris III, en el siglo XIX antes de Jesucristo. El hecho económico más notable es el acondicionamiento de El Fayum, gran oasis al sudoeste de El Cairo, regado por un brazo del Nilo que desemboca en el lago Moeris. Cerca del lago Moeris, el faraón Amenemhat III mandó construir un inmenso palacio, admiración de Heródoto y de los antiguos, del que hoy no queda nada.


En el exterior, el Imperio Medio recupera Nubia, prácticamente independiente durante el período intermedio. La frontera avanza así hasta más allá de la segunda catarata del Nilo y ello permite el libre acceso a las minas de oro del desierto, situadas entre el Nilo y el mar Rojo, a la altura de Uadi Halfa. En el este, el problema es, sobre todo, defenderse contra los beduinos del Sinaí, los "asiáticos". Los faraones lo resuelven organizando expediciones de castigo y levantando una muralla de fortificaciones al este del Delta. Con Siria-Palestina (Biblos) se restablecen las relaciones comerciales y políticas, y el imperialismo egipcio actúa de forma mucho más pacífica que en Nubia.
Anotemos, finalmente, la existencia de relaciones con los cretenses bajo la XII dinastía. En Egipto han sido halladas gran número de cerámicas cretenses.

Bajo las dinastías XIII y XIV (1785-1680). Egipto sufre un nuevo período de desórdenes y de confusión, análogo al que cierra el Imperio antiguo. La división del reino va acompañada de la invasión del país: al sur, por los pueblos negros que dominan Nubia; al nordeste, por los enemigos tradicionales de Egipto, los semitas del desierto. Esta vez ya no se trata de simples tropas beduinas, sino de verdaderos ejércitos organizados que invaden el Delta y fundan allí un reino propio. Los egipcios los llamaron "hicsos", se tienen dudas sobre la etimología de este término, parece ser que la palabra significa: "soberanos extranjeros".



El Imperio Medio

II Los Hicsos


Estos "hombres de una raza desconocida" fueron expulsados de la tierra de Canaán (Siria-Palestina) por la llegada a Asia Menor y al Oriente Medio de los invasores indoeuropeos.

En sus bandas se agruparon semitas sedentarios, convertidos en emigrantes por las circunstancias, semitas nómadas, reclutados al paso, en su huida hacia el sur, elementos hurritas y, al llegar al Sinaí, beduinos. Es posible que su rápida victoria sobre los egipcios fuera determinada por la utilización del carro de guerra tirado por caballos, obsequio técnico de los arios a los semitas.

Sea como fuere, los hicsos se instalan en el Delta hacia 1750. Fundan una capital (Avaris), asimilan las costumbres egipcias, adoptan el idioma del pueblo vencido e imitan sus instituciones. Sus jefes inscriben si nombre en escarabeos y se hacen llamar "hijos de Ra". Las dinastías de "soberanos extranjeros" (XV y XVI) dominan Egipto, por lo menos el Delta, de 1730 a 1580; pero no sabemos mucho de su historia.

Durante este tiempo, en Tebas se suceden reyezuelos que forman la XVII dinastía y que pagan tributos a los reyes hicsos. Durante el reinado de Kamés (Kamose), último soberano de la XVII dinastía, empieza la lucha del pueblo egipcio por su liberación. El acontecimiento nos es relatado en una tablilla descubierta en 1912, en Tebas, la "tablilla Carnarvon" (en honor de su descubridor y principal intérprete, lord Carnarvon). El texto es interesante porque nos da a conocer el estado de ánimo que reinaba en Egipto en esta época. El rey Kamés se queja a sus cortesanos de estar obligado a soportar las leyes de un soberano negro, en Nubia, y las de un asiático, en el Delta, y anuncia su intención de liberar el país; pero choca con la falta de entusiasmo patriótico a su alrededor.

Sus cortesanos le contestan que una guerra es siempre incierta y que más vale contentarse con la prosperidad de un Egipto pequeño que correr el riesgo de una derrota. Kamés desiste de la campaña de liberación que pueda expulsar del país a los soberanos extranjeros, los hicsos.



Sabemos por una inscripción funeraria, hallada en la tumba de un oficial de la marina del faraón, que la victoria definitiva sobre los hicsos la obtuvo el sucesor de Kamés, el rey Ahmosis, fundador de la XVIII dinastía, el cual persigue a sus enemigos hasta Palestina. En 1580, Egipto era liberado de la dominación extranjera. Se abría una nueva era de esplendor: el Imperio Nuevo.




El Imperio Nuevo

I Historia del Imperio Nuevo


La documentación que poseemos de este período es muy rica: Tebas, con sus santuarios de Karnak y Luxor y sus necrópolis; Tanis, la capital de Ramsés II; Tell-elAmarna, capital de Akhenatón; los templos nubios de Amada, de Abu-Simbel, etc., son prodigiosos lugares arqueológicos. Las estelas, los papíros, las inscripciones en las tumbas reales, los textos que se escribían o se copiaban sobre trozos de caliza (los ostraka), etc., nos proporcionan una cantidad impresionante de documentos.

El Imperio Nuevo fue conquistador. Es la época en que Egipto alcanza mayor extensión: abarca desde Nubia al Éufrates. Las consecuencias de este imperialismo fueron múltiples: enriquecimiento del país (y de ahí mayor lujo y prodigioso desarrollo de las artes menores); aportaciones culturales extranjeras, que transforman el pensamiento religioso, el género de vida cotidiano y la literatura; y, finalmente, agotamiento del país a causa de las constantes guerras.

La historia de Egipto en este período se distingue por la personalidad de sus reyes. Haciendo un paralelismo, podríamos comparar a los faraones del Imperio Antiguo con los reyes de la Reconquista española y a los del Imperio Nuevo con los grandes monarcas de España (Isabel y Fernando, Carlos I, Felipe II, etc.). los papeles más espectaculares fueron representados por los siguientes soberanos:

- Hatsepsut (1520-1484), usurpadora del trono de su yerno, llevó a cabo una política pacífica (bajo su reinado, el arquitecto Sedmut edificó el gran templo funerario de Deir-al-Bahari). Hatsepsut, que fue la "reina Cristina" de Egipto, se vestía como un hombre y se atribuía títulos y nombres masculinos (sus súbditos, al hablar de ella, decían "el rey" y no "la reina").


- Tutmés III (Tutmosis, 1484-1450) recupera el trono a la muerte de su suegra. Es el mayor conquistador egipcio; llevó sus ejércitos hasta el Éufrates. Se le considera, excepción hecha de Ramsés II, el más grande constructor que ha tenido Egipto.

- Amenofis IV es el autor de la gran reforma religiosa llamada "atonismo". Traslada su capital a Tell-el-amarna. La historia ha conservado el recuerdo deslumbrante de su esposa Nefertiti y de su sucesor y yerno Tutankhaton, que tomó el nombre de Tutankhamen despues de haber abjurado el atonismo. Este desvaído personaje tenía nueve años cuando subió al trono, y dieciocho cuando murió. Apenas tuvo importancia en la historia de Egipto; su celebridad se debe a que su tumba, en el valle de los Reyes, fue la única que logró librarse de los violadores de sepulturas. Caso único en la arqueología egipcia, el tesoro de Tutankhamen fue hallado intacto. Hoy está expuesto en el museo de El Cairo.



- Ramsés II (1301-1235), guerrero y diplomático, fue el mayor constructor egipcio (se le debe en particular la ciudad de Tanis). Bajo su reinado se llevó a cabo, en 1278, el tratado de paz entre Egipto y los hititas (reparto de Siria).


El Imperio Nuevo

II El fin del Imperio Nuevo


Después de Ramsés II, Egipto conoce la repercusión de las invasiones indoeuropeas (los pueblos del mar) y la guerra con los libios. Los reyes Mernpta I y Ramsés III logran mantener, con sus victorias, el poderío egipcio. Después de Ramsés III, el Imperio Nuevo inicia su ocaso. Extraña que un país tan rico, poderoso y bien organizado pueda desaparecer bruscamente del concierto internacional, aunque existen múltiples razones para ello, una de las cuales es la reaparición del mal crónico de Egipto: los feudalismos.


Altos dignatarios de las provincias sustituyen a los nomarcas, cuya independencia hace mella en el poder real, que carece de medios para obligarles a obedecer. El clero de Amón, cada vez más poderoso, aplasta poco a poco a la monarquía tebana. La crisis moral se señala en el siglo XII por la violación y el saqueo de las tumbas reales, sacrilegio que ningún tribunal castiga. Por otra parte, Egipto es incapaz de ponerse al nivel material y económico del Oriente Medio. Le falta una materia prima fundamental, el hierro, justamente cuando el Mediterráneo oriental entra en la "edad del hierro". Le falta también un ejército bien equipado y poco costoso.

Durante los cinco siglos siguientes, Egipto, replegado sobre sí mismo, vivirá su decadencia: es la Época Baja, que se inicia con la dinastía de los "reyes-sacerdotes" (XXI dinastía, 1090-950) y se termina con la dominación persa (525-333).



La Época Baja


Entregado de nuevo al desorden y a la división política, eclipsado en Oriente por los gigantes mesopotámicos, Egipto va a desaparecer lentamente de la escena del mundo oriental. Una sucesión de faraones incapaces de realizar la unidad del país, la inexistencia de una política exterior (excepto en tiempos de Sheshonk I -959-929- que reconquista Palestina, donde se había organizado el poderoso estado judío de David) y la anarquía casi total que reina en el país, son los rasgos característicos de la Época Baja. Hacia fines del siglo VII, un rey nubio, Pranki, se adueña del poder (751-716), pero no aprovecha las consecuencias políticas de su victoria. Estamos en la época en que el poderío asirio hace temblar a Oriente Medio. Asarhadón, y luego Asurbanipal, saquean Menfis y Tebas y expulsan a los "reyes etíopes". Suceden a éstos los faraones de la XXVI dinastía (633-525), que llevan la capital a Sais, en el bajo Egipto, y cuyo reinado reaviva la grandeza egipcia: los reyes saítas, apoyándose en mercenarios griegos, reorganizan la administración e intentan una "vuelta al pasado", que se aprecia tanto en la evolución religiosa como en el arte de la época. Durante el reinado de Necao II (609-594) comienza la perforación de un canal del Nilo al mar Rojo, trabajo que concluirán los persas.


Los dueños del mundo son, en aquella época, los persas. El hijo del gran Ciro, Cambises, conquista Egipto desde el Delta hasta Nubia. Después de cien años de dominación persa, Egipto conoce un último período de independencia (415-338) y recae, definitivamente, en el rango de país conquistado. Darío III, emperador persa (341-333), será su último dueño antes de la aparición de Alejandro Magno en el Delta.

El macedonio llega con su flota a Pelusium, en 333, y remonta el Nilo hasta Menfis. Decide fundar una ciudad que inmortalice su nombre, Alejandría, y con ello traza una raya simbólica bajo la historia del Egipto antiguo; la época de Menfis, de Tebas, de Tanis, ha pasado, y los templos de Luxor y de Karnak y las pirámides ya no son más que lugares de turismo. En el Delta se enciende una nueva luz; a Egipto le surge una nueva misión que no se revelará hasta la época helénica.



La Religión Egipcia

I Introducción


Las fuentes

Apenas existen monumentos o papiros egipcios que no se refieran a alguna creencia religiosa. Por esta razón, los testimonios en que podemos fundamentarnos para descubrir la religión egipcia son innumerables. Contrariamente a lo que pudiera imaginarse, tanta riqueza de documentos proporciona más inconvenientes que ventajas. Supongamos que dentro de 4.000 años un arqueólogo estudia la religión católica en España: encontrará, excavando en el suelo, millares de ex-votos, capillas dedicadas a diferentes santos, calvarios, imágenes piadosas, rocas veneradas, lugares de peregrinación, libros de hagiografía, etc., y tendrá que distinguir lo fundamental (el dogma) de lo accesorio (los distintos aspectos del culto, las variaciones locales, las supersticiones, etc.). Sus conocimientos serían mucho más claros si sólo conociese los textos fundamentales (la Biblia y sus comentarios oficiales) y los archivos de un obispado, por ejemplo.
Respecto a la religión egipcia nos hallamos, más o menos, en la misma situación. Para reconstruirla, disponemos de varias clases de documentos.

Los monumentos, estatuas, columnas, estelas, etc., levantadas por los faraones y por otros personajes ilustres, están adornados con inscripciones, pinturas y esculturas, partiendo de las cuales es posible una síntesis general. El estudio de los monumentos funerarios (pirámides y sarcófagos) es, desde este punto de vista, muy interesante. En las paredes secretas de las pirámides, en las mastabas o en las tumbas excavadas en la montaña, que se abren todas a un valle que, por lo mismo, ha sido llamado "valle de los Reyes", se han encontrado los textos que los egiptólogos han denominado "Textos de las pirámides", "Libro de las Puertas", "Libro de las cavernas", "Libro del día y de la noche" y "Letanías del Sol", entre otros.

Los papiros también son muy numerosos. El más célebre es, sin duda, el "Libro de los muertos", una guía destinada a ayudar al alma en su viaje al más allá. Encontramos en él oraciones, exorcismos y fórmulas mágicas. Esta especie de misal era colocado en los sarcófagos para que el muerto lo tuviera a su alcance, y se copiaban algunos fragmentos del mismo en las paredes de las cámaras funerarias para que el alma, de cualquier lado que se volviese, tuviera ante sus ojos tan valiosa información. Partiendo de un gran número de versiones, más o menos completas, se ha podido establecer la existencia de tres grandes recensiones del "Libro de los muertos": la "Heliopolitana" (2600-2000) y la "Tebana" (1580-1100), utilizadas especialmente en la época de Tutmés III, Amenófis IV, Tutankhamen y Ramsés II, y la "Saíta" (usada en la época baja, hacia los siglos VIII y VII). También son notables, pero menos espectaculares, los himnos culturales (al dios del Nilo, Hapi; al dios de Tebas, Amón; al dios de Menfis, Ptah, etc.) y los rituales, textos como las "Lamentaciones de Isis y de Neftis".


Caracteres generales de la religión egipcia

En las épocas llamadas predinásticas existieron multitud de "fetichismos locales", punto de partida del politeísmo posterior. A medida que el reino se unifica y que unas ciudades dominan a las otras, los dioses secundarios de aquéllas se convierten en principales, y en consecuencia su culto prevalece sobre todos los demás. Se hicieron reformas muy curiosas: varios dioses menores fueron "absorbidos" por uno mayor o considerados como diversas manifestaciones de una misma divinidad, más importante jerárquicamente.

Desde el Imperio Antiguo, los dioses se reúnen en "familias", y cada ciudad tiene, en principio, una familia preponderante. Cada familia se divide en tres personas: el dios Padre, la diosa Madre y el dios Niño. Por esta razón se las llama "tríadas". No obstante existen dos excepciones: en Heliópolis, la familia solar comprendía nueve dioses, y el principal era Ra, dios del Sol (se habla, pues, de la "enéada" de Heliópolis), y en Hermópolis eran ocho ("Ogdoada"). Las más conocidas de estas familias son las siguientes:
- En Menfis: Ptah, Sekmet e Imhotep.
- En Heliópolis: Ra, Atum, Khepra y tres parejas: Shu y Tefnut, Gheb y Nut, Seth y Neftis.
- En Tebas: Amón-Ra, Mut y Khonsú (Khons).
- En Abidos: Osiris, Isis y Horus (la tríada de Abidos es la más conocida a causa de ser la primera que encontraron los griegos al tomar contacto con Egipto).

El culto en el antiguo Egipto pertenece al Estado y está regulado por el faraón, que es quien subvenciona los diversos templos. Los dogmas, por el contrario, dependen de los sacerdotes. Cada ciudad, cada grupo sacerdotal, posee creencias propias y una particular concepción del dios y de su historia. Nunca se intentó, realmente, la unificación de estas creencias, excepto, tal vez, en la época de Amenofis IV.


Evolución de la religión egipcia

- Bajo el Imperio Antiguo (capital: Menfis), el dios supremo es Ptah. Al final de la V dinastía, la familia de Heliópolis (la enéada de Ra) predomina sobre las demás; los faraones se declaran hijos de Ra y la tríada solar (Ra, Atum y Khepra) prevalece sobre los cultos locales (excepto en Menfis y en Abidos).

- En el Imperio Medio (a partir de la XI dinastía) Menfis es postergada por Tebas, cuyo dios es Amón. El culto de Ptah pasa entonces a segundo plano, y se hace una síntesis entre el dios tebano local y el dios solar Ra. De ella resulta Amón-Ra , que se convierte en el dios nacional de los egipcios. Los faraones le dedicaron los suntuosos conjuntos de Karnak, en la época siguiente.

- En el Imperio Nuevo, Amenofis IV (1372-1354) vuelve al culto inicial de Heliópolis, al culto de Ra, considerando a Amón como usurpador. Quita de los templos sus estatuas, su nombre y el de los dioses de su tríada, e instala la capital en El-Amarna, un territorio que no estaba consagrado a ningún dios. El faraón reformador propone a sus súbditos la adoración de un sólo dios bajo el nombre de Ra-Harakthé, que se manifiesta en la forma del disco solar "Atón". Al mismo tiempo, el rey cambia su nombre de Amenofis por el de Akhenatón ("el servidor de Atón"), da a la capital el de Akhetatón ("el horizonte de Atón"), y suprime las ceremonias en honor de Osiris y de los otros dioses. El "atonismo" es, por lo tanto, una manifestación clara de monoteísmo; pero no subsiste a la muerte del faraón, pués durante el reinado de su sucesor, Tutankhamen, el culto tebano de Amón-Ra vuelve al primer plano.

- En la Baja Época, despues de la toma de Tebas por los asirios (en 666), las divinidades de las nuevas capitales (Bastis, por la ciudad de Bubastis, y Neith, por Sais) son objeto del culto popular. Más tarde sobreviene una especie de anarquía teológica: es la época en la que el culto se dirige, de modo muy primitivo, hacia los animales sagrados. Únicamente Osiris y su tríada se salvan del olvido. Osiris es el dios que los griegos toman por dios nacional cuando visitan por primera vez Egipto.



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II El Panteón Egipcio


Los dioses cósmicos


- Chu : es el "dios que sostiene los cielos". Esposo de Tefnet (diosa local de Oxyrhynchos), mantiene con los brazos extendidos a Nut, la diosa del Cielo. Dios local de Leontópolis; es representado frecuentemente con la figura de un hombre que lleva una pluma en la cabeza

- Gheb : dios de la Tierra, esposo y hermano de Nut, la diosa del Cielo. Es representado en posición yacente

- Nuu (Nun) : dios que personifica el Caos (el agua primordial)

- Nut : diosa del Cielo, esposa de Gheb y madre de Isis y Osiris. Se la representa como una mujer gigantesca, reclinada sobre sus manos. El tronco de Nut figura el Cielo, su boca y su ingle los horizontes, y los colores de su piel representan las estrellas

- Ra : es el dios solar de los egipcios. Se le representa tocado con un disco solar, sentado en un trono y llevando en la mano el "ankh", símbolo de la vida. Viaja por el cielo en dos barcas, la del día y la de la noche, y penetra por la boca de Nut al anochecer, atraviesa su cuerpo durante la noche y vuelve a salir a la altura de la ingle por la mañana. Según una antigua tradición recibía también el nombre de Khopri (escarabajo), que se convirtió más tarde en el nombre del Sol de la mañana, mientras que Atón era el sol de la tarde. Cuentan las leyendas que las lágrimas de Ra habían sido transformadas en seres humanos que se habían rebelado contra él. Ra envió su "ojo" (Hator), que aniquiló a la mayor parte de ellos. El dios Sol perdonó entonces a los supervivientes y se retiró del mundo.


Los dioses locales


- Amón : dios de Tebas, sólo tuvo un papel importante a partir de la XI dinastía. Convertido en dios dinástico, es identificado con el dios solar bajo el nombre de Amón-Ra. Generalmente era representado en forma humana, con un casco adornado con dos grandes plumas rectas; su animal sagrado era el carnero. Era el esposo de Mut y el padre del dios Khonsú

- Anukit : diosa de la primera catarata del Nilo y de la isla de Sehel. En Elefantina formaba una tríada con Khnum y su esposa Satis

- Anubis : dios de Cinópolis. Era representado como un hombre con cabeza de chacal (o de perro). Dios de los muertos, presidía el embalsamamiento. Se le hacía unas veces hermano de Osiris, otras su hijo y otras, incluso, hijo de Ra

- Atón : dios de Heliópolis. Tenía el león y la serpiente como animales sagrados. Posteriormente fue identificado con el Sol de la tarde.

- Harsafes : divinidad de Herakleópolis. Dios con cabeza de carnero.


- Hathor : dios venerado en Afroditópolis y en Dendera. Era la principal divinidad local femenina de Egipto, después de Isis. Generalmente era representada como una vaca o como una mujer con cabeza de vaca (con el disco solar entre los cuernos). Según las leyendas unas veces era la madre de Horus, y otras su esposa.

- Horus : era el dios de Behdet (en la parte occidental del delta del Nilo). Hijo de Osiris y de Isis, con los que formaba una tríada, este dios era desdoblado en Horus el Niño, representado como un niño desnudo chupándose el pulgar, y en Horus el Mayor, dios con cabeza de halcón que llevaba el disco solar sobre la misma. Horus era el dios protector de los faraones, y también el patrono de gran número de lugares del alto y del Bajo Egipto. Era adorado con nombres diversos: "Horus en el horizonte", "Horus vengador de su padre", "Horus que preside a los Dos Ojos", "Horus hijo de Isis", etc.

- Isis : la principal divinidad femenina egipcia, esposa de Osiris y madre de Horus. Cuando Egipto cayó en poder de los romanos, su culto fue introducido en Roma (religión mistérica). El escritor latino Apuleyo, en "El asno de oro", la llamaba "la madre universal de la naturaleza, la más grande de las diosas, reina de los nombres, soberana de los dioses, la que es adorada bajo múltiples nombres y múltiples aspectos". Algunos especialistas en historia comparada han visto en ella una prefiguración de la Virgen María.

- Khent-Amenti : dios-perro de Abidos, identificado posteriormente con Osiris.

- Khnum : dios del Alto Egipto, en particular de Elefantina. Era el esposo de la diosa Satis y el padre de Anukit. Se le representaba como dios-carnero o con cabeza de carnero.

- Khonsú : dios de Tebas. Representaba a la Luna, en forma de un niño que llevaba sobre la cabeza el creciente lunar.

- Min : dios de la virilidad. Personificaba el poder generador de la naturaleza. Era representado con cabeza de carnero y con el pene en erección. A veces era llamado "el toro de su madre" (la diosa Cielo) . En la Baja época, esta madre-esposa era identificada con Isis.

- Montú : dios de Hermonthis (nomo de Tebas). Dios guerrero con cabeza de halcón. Esposo de una divinidad solar poco conocida: "el Sol hembra de las dos tierras".

- Mut : diosa-madre de Tebas (tuvo un templo en Karnak). Representada con forma de buitre o de mujer adornada con doble diadema. Era la esposa de Amón y personificaba las aguas fecundantes del Nilo.

- Nefertum : dios de Menfis. Hijo de Ptah y de Sekmet. Era representado como un hombre barbudo con una flor de loto sobre su cabeza.

- Neith : diosa de Sais.

- Nekhbet : diosa de El-Kab, representada como un halcón planeando sobre la cabeza del faraón.

- Neftis (Nebhat) : diosa de Dióspolis. Hermana de Isis y esposa de Seth (algunas leyendas la consideraban madre de Anubis).

- Onuris : dios de This (Alto Egipto) y de Sebenitos.

- Ofois : dios-lobo, venerado en Assiut.

- Osiris : dios de Busiris, identificado posteriormente con el dios de los muertos. Era el esposo de Isis y el padre de Horus.

- Uto : diosa serpiente, venerada en Butes (era representada ciñendo la corona del Norte).


- Ptah : dios de Menfis, patrón de los forjadores y de los escultores. Era el alfarero divino, el dispensador de la vida. Se le representaba como un hombre con la cabeza rapada, llevando en sus manos un largo cetro. Su animal sagrado era el toro de Apis. Su esposa era Sekmet y su hijo Nefertum.

- Satis (Satet) : diosa de Elefantina.

- Sebek : dios de El Faynum, representado bajo la forma de un hombre con cabeza de cocodrilo.

- Sekmet : diosa de Rehesu (Delta). Era representada sentada bajo la forma de una divinidad con cabeza de leona, coronada por el disco solar y por la serpiente "Uraeus".

- Seth : dios local de Ombos. Su animal sagrado era el lebrel (y también el puerco salvaje o el asno). Adversario de Osiris.

- Tefnut : diosa de Oxyrhynchos. Diosa leona o con cabeza de leona, era la esposa de Chu.

- Thot : dios de Hermópolis. Era el dios de la escritura y de la cronología. Se le representaba con cuerpo de hombre y cabeza de ibis. Su esposa era Seshat.



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III La Leyenda de Osiris


El rival de la familia solar del dios Ra es la tríada Osiris-Isis-Horus, particularmente venerada en Abidos. Sin embargo, existe un dominio reservado sin discusión a Osiris: él es quien preside el destino de las almas. La leyenda más completa que poseemos de Osiris nos ha llegado a través del escritor Plutarco de Queronea (siglo I d. de J.C.), y coincide (salvo alguna variante) con la contenida en diversos documentos egipcios descifrados.

Osiris era el hijo de la Tierra y del Cielo; o sea, del dios Gheb y de la diosa Nut. Rey de la Tierra entera, es presentado como un "buen monarca" que implanta la justicia y la paz en su imperio. No se separa nunca de su hermana Isis, mensajera de la civilización y encargada de mantener el orden en el reino cuando su hermano marcha hacia las regiones bárbaras. El hermano de Osiris, Seth (Tifón para los griegos), conspira contra el dios y, al triunfar, lo asesina y arroja su cadáver al agua. Plutarco embellece la leyenda, bastante escueta, de los egipcios. Imagina a Osiris, al regreso de uno de sus viajes civilizadores, invitado a una comida por Tifón; éste lleva al festín un cofre de gran tamaño y dice bromeando que será dueño del cofre quien pueda acostarse en él y llenarlo exactamente. Los cómplices de Tifón presentes en la fiesta lo intentan en vano, pues el cofre era enorme, por estar hecho a la medida de Osiris. Llegado su turno, Osiris se mete en el cofre y se tiende, y en ese momento los conjurados se precipitan sobre el cofre, lo cierran herméticamente y lo arrojan al Nilo. El cofre, arrastrado hacia el mar, atraviesa el Mediterráneo y se detiene en la ribera de Biblos, la ciudad de los giblitas. Según esta versión griega, Isis encuentra el cuerpo de su hermano en Biblos. En la leyenda egipcia, Isis, acompañada de Neftis, recorre toda la Tierra en busca del cadáver de su hermano y lo encuentra descompuesto en el cieno del Nilo. Esta muerte de Osiris parece definitiva; el dios Ra envía desde el cielo al embalsamador Anubis, que momifica el cuerpo del dios. Pero Isis, agitando al aire sus alas sobre la momia, lo resucita.


La leyenda griega modifica el final de la narración egipcia: Isis, al regreso de Biblos, conserva con cuidado, ayudada por su hijo Horus, el ataúd de su hermano-esposo. Tifón (Seth), aprovechando una ausencia de Isis, corta a Osiris en pedazos y disemina las distintas partes del cuerpo por todo Egipto. Isis va en busca del cuerpo de su esposo y encuentra todos los pedazos, con excepción de los órganos genitales. En cada lugar donde encuentra una parte de Osiris, construye una tumba. Así se explica, según Plutarco, la enorme cantidad de templos de Osiris hallados por los griegos, todos de la Baja Época.

Existe sin embargo, otra variante de esta leyenda: Isis, una vez reanimado el cadáver descompuesto de Osiris, habría tenido con su hermano-esposo unas relaciones en las que habrían engendrado un hijo, Horus. Cuando éste alcanza la edad adulta, reta a Seth a un combate singular. En la lucha, Seth le arranca un ojo a Horus y éste arranca a Seth los órganos genitales. Vencedor finalmente Horus, recupera el ojo y se lo ofrece como talismán a su padre Osiris. Según una recensión tebana, el singular combate fue arbitrado por Thot, quien habría curado a los combatientes. Y el dios de la Tierra, Gheb, por sentencia dictada en Heliópolis, reconocería a Horus el derecho a suceder a Osiris.




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IV El Culto y la Magia


Atributos del rey

Los faraones egipcios eran considerados descendientes directos de los dioses. Las leyendas cuentan que Osiris había dejado como heredero a su hijo Horus, antepasado de todos los faraones. Por lo mismo, cuando éstos suben al trono, sus nombres se escriben bajo el halcón de Horus, el "dios dinástico". Cuando Ra se convierte en el gran dios de los egipcios, Horus toma el nombre de Harakhté; los faraones se declaran entonces sucesores de la dinastía de Horus e "hijos de Ra".

El faraón tiene, pues, "sangre solar" y, para conservar la pureza de su descendencia, toma por esposa principal a su hermana; y el hijo mayor de este matrimonio pasa a ser el heredero legítimo. Esto, evidentemente, es la teoría; de hecho, las intrigas palaciegas y los golpes de estado fueron, como en todas partes, muy corrientes en Egipto. Si, a la muerte del rey, era colocado en el trono otro que no fuera su hijo, los sacerdotes le buscaban una genealogía solar y, si no la encontraban, siempre era posible afirmar que Ra había bajado del cielo para depositar en el cuerpo de una mujer el semen faraónico.


El soberano, una vez consagrado, es el representante de Ra en la Tierra. como tal, hace reinar la justicia y mantiene el culto. Teóricamente, sólo él puede ofrecer un sacrificio. En realidad, delega este en los sacerdotes. La muerte del faraón es un acontecimiento que le devuelve al mundo de los dioses. Al lado de su tumba se construye un templo, donde el pueblo le tributa un culto especial.


Los templos

El templo es la casa del dios. Se construye en piedra (mientras que las habitaciones de los hombres están edificadas con ladrillo), y su arquitectura sigue unas reglas muy precisas. Todos los templos que conocemos (aparte de los monumentos funerarios y de una excepción que se remonta al Imperio Medio) datan, a lo más, del Imperio Nuevo. Es decir, todos fueron construidos despues del siglo XVI a. de J.C. Los vestigios más bellos son los grandes conjuntos de Karnak y de Luxor, cerca de Tebas, en la orilla derecha del Nilo, y los templos funerarios, al otro lado del río (templos del valle de los Reyes y del valle de las Reinas: en particular el templo de Deir-el-Bahari y el de Medinet-Habú), así como los templos funerarios de Abidos. En la época del Imperio Nuevo la civilización egipcia se extendió por Nubia. Los principales templos nubios, anegados cada año por las aguas del Nilo, son: el templo de Amada (edificado por Tutmés III), y los de Den, de Uadies-Sebua, de Beit-el-Uali y de Abu-Simbel (edificados por Ramsés II). El santuario de Abu-Simbel (el más hermoso de los templos nubios) fue desmontado y reedificado sobre el nivel del Nilo cuando se construyó la presa de Assuán.


A la época tolomeica (es decir, al período que abarca desde las conquistas de Alejandro Magno hasta la conquista romana) pertenecen los templos mejor conservados y más bellos del antiguo Egipto: Edfú, Dendera, Filé y Kom Ombo son los más célebres.


Los sacerdotes y el culto

El sacerdote principal, representante del faraón, es el "primer esclavo del dios". Tiene a sus órdenes un gran número de auxiliares, los "uabu" (los "puros"), y los oficiantes propiamente dichos, que le ayudan en los sacrificios. Los sacerdotes no constituyen una clase social estricta, pero son elegidos entre las familias honorables del país.

Un organismo central, la Casa de la Vida, se encarga de unificar, a partir del Imperio Nuevo, la enseñanza sacerdotal. En cada templo existe una filial de esta institución, se encargaba de copiar los textos sagrados y de poner al corriente la liturgia y las ciencias religiosas. Un funcionario faraónico estaba encargado de la administración material; se le llamaba el director de los "esclavos divinos del mediodía y del norte".

El acceso al templo se efectuaba por grados. Todo el mundo podía penetrar en la explanada que precedía a los pilares y orar allí, pero había que purificarse antes de entrar en el patio, y era un privilegio poder pasar a la sala hipóstila, la "sala de espera del dios". Sólo el rey, o el sacerdote que le representa, puede penetrar en el santuario, abrir el tabernáculo ("naos") y contemplar al dios y llevarle manjares, que se colocan sobre un altar apropiado, lejos de las miradas impuras. En ciertos casos (las fiestas de la siembra, por ejemplo) el ídolo, cubierto por un velo, era colocado en una barca sagrada y paseado en comitiva a través de la ciudad y de los pueblos, precedido de músicos y de bailarines.


Los primeros viajeros griegos que fueron a Egipto quedaron impresionados por el culto a los animales sagrados, considerados como formas de la divinidad: el buey Apis, encarnación de Ptah, en Menfis; el carnero de Amón, en Tebas, y el de Osiris, en Mendes; la gata de Bubastis, etc. Este culto comprende las prohibiciones alimentarias, en las que se han querido ver ritos totémicos. La adoración de animales (la "zoolatría") es un aspecto religioso poco evolucionado, y la supervivencia de este culto puede interpretarse como un vestigio de carácter predinástico. Los nomos se podrían comparar a los clanes primitivos, y los animales sagrados serían los tótems de estos clanes.

Esta hipótesis (muy extendida a fines del siglo XIX, cuando la naciente sociología había forjado la doctrina totémica) exigiría, actualmente, ser revisada ante las nuevas ideas de la antropología sobre esta cuestión.


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V La Muerte y el Destino del Alma


La idea fundamental es la de la unión íntima, en un ser vivo, entre su cuerpo y el conjunto de dos principios materiales que forman el alma. Estos dos elementos "espirituales" son el "ba" (el alma propiamente dicha, representada por un pájaro con cabeza humana) y el "ka", en el que puede verse un "doble"del cuepo humano o, según ciertos autores, una especie de ángel de la guarda. La muerte destruye este armónico conjunto del mismo modo que Seth había destruído a Osiris; si se conserva intacto el cuerpo del difunto (momificación) y se le "abre la boca" para que el alma pueda volver a su habitación corporal despues de la muerte, el difunto se convierte en un nuevo Osiris: "sobrevive".


La creencia más antigua afirma que el lugar de esta supervivencia es la tumba misma, porque el alma necesita del cuerpo para subsistir. Las necrópolis predinásticas nos han dejado cadáveres envueltos en esteras y enterrados en grava seca del desierto, donde se conservaban bastante bien. El progreso técnico del embalsamamiento corresponde a la misma intención de preservar el cuerpo para permitir que el alma se reúna con él después de la muerte y sobreviva. Más tarde nació el mito osiriano de un reino de los muertos, dominio subterráneo según unos, isla afortunada según otros: los campos de "lalu", prefiguración de los "Campos Elíseos" de los griegos. En esta morada supraterrestre, los muertos, a salvo de la vejez y de la enfermedad por la protección de la soberana justicia de Osiris, conocen el gozo de la vida eterna


La Escritura Egipcia

I Tipos de escritura


Sería un error creer que los egipcios conocían una sola escritura, la llamada por los helenos "escritura sagrada" (en griego, hieros: sagrado, y glyphein: grabado, de donde procede el término "jeroglífico"). Se conocen cuatro tipos de caracteres egipcios, empleados en distintas épocas:

- Los jeroglíficos propiamente dichos. Son pictogramas (representaciones figurativas) particularmente cuidados, en los que se mezclan numerosos signos de valor fonético. Estos jeroglíficos, difíciles de grabar, a veces se estilizaron: jeroglíficos simplificados.


- Paralelamente a la escritura jeroglífica se desarrolló una forma de escritura más cursiva, la "hierática", llamada así por los griegos porque, en su época, era empleada solamente por los sacerdotes. Generalmente, los jeroglíficos puros se reservaban para las inscripciones sobre piedra, mientras que la escritura hierática se utilizaba en los papiros o en otros materiales menos duraderos. En este aspecto, los egipcios hacían como nosotros, que escribimos las cartas corrientes a mano, pero imprimimos o escribimos a máquina los textos oficiales o los destinados a tener gran difusión.

- En la Época Baja, la escritura se transforma de nuevo: es la "demótica" (popular).

- En el siglo III d. De J.C., cuando el cristianismo se implanta en Egipto, se abandonan los signos jeroglíficos y se adopta la escritura alfabética, utilizando las letras del alfabeto griego y ciertos signos destinados a representar sonidos inexistentes en griego y que eran propios del egipcio. Es la escritura "copta", nombre proveniente del griego "aiguptos" (egipcio), con el que se designaba a los cristianos de Egipto, que fueron los únicos en emplearla. El copto sobrevivió hasta el siglo XVII; hoy es la lengua litúrgica de la iglesia copta.


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II La obra de Champollion


Champollion se dedicó a descifrar una piedra descubierta en agosto de 1799 cerca de la ciudad de Rachid (Rosetta), en la orilla izquierda del Nilo, a unos 45 km de Alejandría. La piedra de Rosetta, recogida por un oficial de Napoleón Bonaparte llamdo Bouchard (o Bousard), mide aproximadamente 112 cm de lagro por 71 cm de ancho, y contiene tres categorías de caracteres: de arriba abajo, caracteres jeroglificos simplificados, caracteres demóticos y un texto griego. Cabe pensar que se trata de un mismo texto escrito con tres sistemas de escritura.

El texto griego (incompleto) era fácil de leer: conmemora la subida al trono de Egipto del rey Tolomeo V Epífano, en el año 196 a. De J.C., y enumera los beneficios otorgados por este rey a los sacerdotes. El segundo texto está completo y escrito en demótico. El texto jeroglífico también se encuentra incompleto. Akerblad y Silvestre de Sacy lograron aislar un grupo de signos rodeados de un marco (llamado orla o viñeta) que representa el nombre del rey Tolomeo (en griego Ptolmais). Thomas Young trató de establecer una equivalencia entre los signos jeroglíficos y las letras del alfabeto griego, pero no logró un resultado satisfactorio. El problema que se planteaba antes de Champollion era el siguiente: ¿Se trata de una escritura ideográfica o de una escritura fonética? Y en este último caso, ¿cada signo es representativo de una sílaba o de una letra?


Champollion descubrió que (como en árabe y en hebreo) estaban escritas solamente las consonantes. Razonó de la siguiente forma: si la escritura egipcia es fonética, teniendo en cuenta la ausencia de vocales, una palabra como PTOLMAIS debería constar de cinco signos (P T L M S) si se trataba de una escritura alfabética, y de dos signos (PTOL-MAIS) si era escritura silábica. Pero la orla que contiene el nombre del rey comprende muchos más signos. Dedujo, por lo tanto, que la escritura jeroglífica es "a la vez" ideográfica, silábica y alfabética, pues consta de signos que se leen y de otros que no se leen y que están colocados allí para hacer más precisa la lectura del conjunto. Partiendo de esta observación, Champollion descifró los nombres de los soberanos griegos escritos en egipcio y, después, llegó a leer los nombres propiamente egipcios extraídos de otro monumento: Ramsés y Tutmosis (Tutmés). E hizo algo más que descifrarlos: comprendió el significado de la palabra Ramsés (Ra, el dios del Sol, ha engendrado).

Después de los trabajos de Champollion, expuestos en "Carta a M. Dacier, relativa al alfabeto de los jeroglíficos fonéticos" (22 de agosto 1822), se podían leer los textos egipcios, se empezaba a entenderlos y, por obra de los investigadores siguientes, también a traducirlos.


A partir de aquí se empezó a dar luz a todo el inmenso legado que nos dejó este pueblo y a acabar con miles y miles de fabulaciones, que aún hoy persisten.










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