jueves, 6 de agosto de 2009

CELTAS

Cuando escuchamos la palabra "celta" tendemos a pensar en la Galia.

Pero las raíces de este pueblo se encuentran en la Edad del Bronce, el momento preciso en que estos grupos ocuparon las tierras de Europa Central es todavía desconocido, no obstante las evidencias hablan de una fecha alrededor del 800 a. C., aunque algunos autores apoyan una hipótesis “autóctona” ligada a la difusión de la agricultura, es decir, defienden que los indoeuropeos se encontraban en Europa ya desde el Neolítico.

La lengua era el factor común que los "distinguía" ya que existían grupos célticos culturalmente distintos.

El gran problema para el conocimiento de la cultura celta es que la información que tenemos acerca de ella es a través de textos de autores griegos o romanos o por los vestigios arqueológicos, ya que los celtas no dejaron ningún registro escrito acerca de su cultura, creencias o forma de vida.

Los autores clásicos griegos y romanos utilizaron el término Keltike para designar un territorio que abarcaba el Sur de Alemania, Este de Francia, Norte de Suiza y Oeste de Austria en donde se encontraban diversos grupos humanos que contaron con una serie de rasgos culturales análogos, siendo conocidos sus miembros como keltoi, galli o celtae, o sea los Celtas, el primer pueblo conocido de los territorios al norte de los Alpes.

Existen alusiones a ellos en autores clásicos como Hecateo de Mileto o Herodoto.

Así, éste último en su Geografía (II, 33,3 y IV, 49, 3), hace mención a ellos al relatar que el Danubio nace en las tierras de los celtas y éstos se encuentran hasta más allá de las Columnas de Hércules, es decir, del estrecho de Gibraltar, en el Finisterre ibérico.

Jenofonte habla de la existencia de mercenarios celtas e hispanos en Grecia, Platón se refiere a ellos como individuos tremendamente guerreros y aficionados al vino y Aristóteles admira su disciplina y su valor, pero opina que son poco inteligentes.

Diodoro y Estrabón recogían datos de una obra perdida de Posidonio, que visitó la Galia a principios del siglo I a. C., y en la que se habla de los términos utilizados para los grupos de las Galias, Galli y keltai, para diferenciarlos de otros grupos celtas, como por ejemplo los de la Península Ibérica, además, tampoco existen evidencias de que los pobladores de Britania se llamasen a sí mismos celtas.

En la sociedades celtas se ha comprobado la existencia de una élite social debido al boato que les acompañaba al más allá.

Los reyes celtas de la Primera Edad de Hierro eran sepultados bajo túmulos monumentales en grandes cámaras funerarias que solían contener un carro de cuatro ruedas, suntuosamente decorado con aplicaciones metálicas, el cual debía transportarlos hacia la última morada.

En otros ajuares funerarios se han encontrado también adornos de oro, objetos preciosos y tejidos bordados.

El rey era la garantía de la armoniosa unión entre el pueblo y su tierra, considerada de esencia divina.

Asimismo, la prosperidad del rey reflejaba la de la tribu.

Los banquetes eran una forma de redistribuir las riquezas acumuladas, por lo que el banquete representaba algo más, era una especie de comunión del pueblo con su soberano.

La Tribu estaba compuesta por muchos clanes familiares.

Las jerarquías sociales solían estar determinadas en primer lugar por la propiedad de ganado, al ser la tierra un bien colectivo e inalienable del clan.

Las confraternidades guerreras, que se constituían fuera del marco tribal desarrollaron un papel decisivo en la expansión celta del S.VI-III a.C.

Según los textos de los historiadores antiguos, los grandes pueblos célticos eran confederaciones tribales cuya unidad se expresaba fundamentalmente en el ámbito religioso y militar.

El sentimiento religioso de los celtas era muy fuerte.

Sin embargo, los datos acerca de la naturaleza y organización de la religión celta de los que disponemos son escasos y escuetos.

Los celtas poseían una multitud de divinidades, se trataba de un panteón compuesto que reagrupaba una considerable cantidad de divinidades tribales, dioses locales precélticos y cultos propios del grupo específico.

Los datos más antiguos sobre el panteón céltico provienen de la iconografía.

Se trata de representaciones de personajes acompañados por signos y atributos que indican su naturaleza divina.

Las representaciones más antiguas de este tipo datan del S.V a.C y su aparición acompaña el nacimiento del arte lateniense.

Siendo el más destacado Lug, señor de la luz, mago y maestro en todas las artes. Su fiesta se llamaba Lugnasad, y se celebraba el primero de agosto. Este dios, con el mismo nombre, aparece en Irlanda, en Gales y en la península Ibérica.

Cernunnos, dios ampliamente representado era hijo de Lug y era considerado dios de la muerte y guardián terrenal, aunque no debió ser jefe del panteón celta.

Otra divinidad celta importante era Teutates, considerado el dios protector de las tribus y señor de la guerra.

Existían varios dioses que estaban relacionados con la salud y las curaciones. Algunos de sus nombres eran Belenos, Borvo o Granus. Por ejemplo, Borvo aparece en la Galia y en la península Ibérica.

Por último, destaca la figura de Epona. Se han encontrado referencias de esta diosa celta, relacionada con los caballos, por toda Europa. Los celtas daban gran importancia al ganado equino, por lo que se explica que tuviesen una diosa vinculada a estos animales.

Según los autores antiguos, los celtas creían en la reencarnación, es decir, pensaban que, tras la muerte, el alma del difunto marcharía a habitar en otro ser vivo.

Plinio el Viejo, en sus relatos ya señaló la veneración de los galos por el múerdago, el cual era considerado un símbolo de paz y un poderoso amuleto protector, además del símbolo de la masculinidad.

Las leyendas dicen que sus poderes mágicos provienen de que fue creado como un elemento que no era del cielo ni de la tierra, ya que sus raíces no tocan nunca la tierra, pero tampoco se sostiene por sí mismo en el aire.

Los celtas adoraban a la Tierra y sus dioses eran representaciones de la naturaleza y los ciclos de la vida, como en casi todas las religiones politeistas pre-cristianas.

Los sacerdotes, llamados druidas eran la élite intelectual de la sociedad celta, ellos perpetuaban y preservaban lo conocimientos que servían de fundamento a la religión céltica, siendo elegidos entre los nobles, gozaban de gran prestigio y privilegios en época de César.

Su formación era bastante larga, unos 20 años, ya que tenían que aprender de memoria los textos sagrados, cuya transcripción estaba prohibida.

A pesar de que adoptaron la escritura, sólo han llegado a nuestras manos textos marginales y tardíos.

Siendo los ciclos irlandeses, a pesar de la diferencia cronológica, un testimonio muy valioso para el estudio de la religión de los celtas.

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