miércoles, 5 de agosto de 2009

Descartes

René Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye.

Era segundo hijo varón de una serie de cinco del mismo padre.

Su madre murió cuando René contaba trece meses de edad tras dar a luz a un niño que sólo sobrevivió al parto por tres días.

Su vida comienza en una Europa que se interna en la que conocemos como "la pequeña edad de hielo".

Esta etapa climática, extremadamente fría, coincide con el llamado mínimo de Maunder, que no es sino la práctica desaparición de manchas sobre la superficie solar.

Contando diez años, René ingresa en el Colegio Real de La Flèche.

Esta institución fundada por los Jesuitas en 1604 pasaba por ser, casi con toda seguridad, el mejor colegio del momento.

Allí, Descartes estudió gramática, humanidades y retórica, hasta los dieciséis años.

Todos los cursos se dictaban en latín, debiendo realizar todas sus tareas en esa lengua.

También formaban parte de sus estudios el griego, el francés, el teatro, la música, danza, esgrima, dicción y equitación.

Además, René recibió clases de mecánica, agrimensura, relojería, óptica, meteorología, hidrografía y geografía.

Además de ello, La Flèche contaba con el beneplácito real para poseer una de las bibliotecas mejor nutridas del mundo.

Así, que debió formarse también en lógica, derecho, filosofía y matemáticas como especialización posterior a sus primeros años en el colegio, accediendo además a toda una serie de obras o bien prohibidas o bien muy escasas, en aquellos tiempos.

De entre estas últimas cabe destacar la obra de Ramón Llull sobre combinatoria y Los elementos de geometría de Euclides.

Fue esta obra matemática la que le inspiró la necesidad de encontrar un método de funcionamiento para la razón humana que fuese capaz, como en las matemáticas, si no de arrojar verdades, sí al menos que hiciera que el entendimiento humano actuase de forma coherente con sus propios principios de funcionamiento.

Y según la propia confesión de Descartes, tanto en el Discurso del método como en las Meditaciones, las enseñanzas del colegio le decepcionaron, debido a las numerosas lagunas que presentaban los saberes recibidos, a excepción de las matemáticas.

Aunque luego siguió estudiando Derecho en la Universidad de Poitiers.

En 1616, contando con 20 años, y diplomado en derecho, se reune con su padre, reunión que marcará el resto de su vida.

René, era segundogénito por partida doble, por ello estaba condenado a servir el resto de su vida en la iglesia o en el ejército según la tradición.

Por eso, en 1618 se enrola en el ejército de Mauricio de Nassau, príncipe de Orange (protestante y dependiente de las "Provincias reunidas", la actual Holanda) donde se dedica a estudiar holandés (acabará hablándolo y escribiéndolo con total corrección) y matemáticas de la mano del gran matemático Isaac Beeckman, al que rápidamente adelantó en conocimientos.

En 1619 abandona Holanda y se instala en Dinamarca para pasar luego a Alemania, donde se enrola en el ejército del duque Maximiliano de Baviera, y aquí elabora su método, una fusión de procedimientos lógicos, geométricos y algebraicos.

De esa época será la concepción de la posibilidad de una matemática universal (la idea de una ciencia universal, de un verdadero saber) y se promete emplearla en renovar toda la ciencia y toda la filosofía.

Siendo en la noche del 10 de noviembre de 1619 donde tiene tres sueños sucesivos que interpreta como un mensaje del cielo para consagrarse a su misión filosófica.

La importancia que concede Descartes a estos sueños choca con las características que se le atribuyen ordinariamente a su sistema ( racionalismo), pero según el mismo Descartes relata, estarían en la base de su determinación de dedicarse a la filosofía, y contendrían ya la idea de la posibilidad de fundamentar con certeza el conocimiento y, con ello, reconstruir el edificio del saber sobre cimientos firmes y seguros.

En 1620, recibe la asignación de su padre para que se labre un porvenir, una asignación consistente en tierras que René vende rápidamente por dos mil quinientas libras, que dedicó a "aprender en el gran libro del mundo".

"Por ello, tan pronto como la edad me permitió salir de la sujeción de mis preceptores, abandoné completamente el estudio de las letras. Y, tomando la decisión de no buscar otra ciencia que la que pudiera hallar en mí mismo o en el gran libro del mundo, dediqué el resto de mi juventud a viajar, a conocer cortes y ejércitos, a tratar con gentes de diversos temperamentos y condiciones, a recoger diferentes experiencias, a ponerme a mí mismo a prueba en las ocasiones que la fortuna me deparaba, y a hacer siempre tal reflexión sobre las cosas que se me presentaban, que pudiese obtener algún provecho de ellas." (Discurso del método)

De 1620 a 1628 viaja a través de Europa, residiendo en París entre los años 1625-28, dedicando su tiempo a las relaciones sociales y al estudio.

Y uno de los grandes pasatiempos de la época para las clases nobles eran los torneos matemáticos y de naipes.

En ellos se apostaban sumas más que importantes.

La correspondencia del joven Descartes y algunos datos objetivos como que, en 1625, recibe una carta de su padre tratando de recuperar "la dignidad para con el apellido que lleva" y anunciándole que por la "módica" cantidad de cincuenta mil libras había conseguido un puesto acorde a su rango y capacidades, a lo que Descartes responde anunciándo a su padre que no desea cambiar de vida y que además, sólo posee en ese instante treinta mil libras, cantidad más que suficiente para vivir "toda una vida de forma cómoda" siembran una duda más que razonable sobre los modos de vida del joven René.

Al parecer, Descartes se ganaba la vida apostando,"de forma segura" tal y como su correspondencia nos hace suponer, tanto en torneos matemáticos como en juegos varios de azar.

Parece que su gran descubrimiento matemático, ese que conjuga geometría y "análisis de los modernos" le permitió labrarse un porvenir hasta su publicación.

De torneo en torneo se granjeó tal honor que los mayores matemáticos del momento quisieron conocerle: Galileo, Fermat, Roberval... y un largo etcétera.

Pero René habiendo conocido por azar la condena de Galileo por haber sostenido el movimiento de la tierra (que también sostenía), renuncia a publicar su trabajo.

Por una parte no quiere enfrentarse con la Iglesia, por otra hace honor a sus principios de aprender en el gran libro de la vida y guarda para sí, durante muchos años, gran parte de sus descubrimientos.

Para él la vida era una gran partida de naipes que nuestro ávido ingenio puede entrever.

Sólo hay que juzgar de forma ordenada, estudiar al contrario y... arriesgar lo mínimo imprescindible.

Su padre, en cambio, le tacha de "mujeriego", "jugador", "talento desperdiciado para el honor de la familia".... pero René descubre que el sentido de la vida reside justo ahí, en ese salto al vacío que hace que nuestro ingenio deba permanecer alerta siempre.

Quizá fue justo ese "amor por la vida" lo que acabó con él.

En 1649 aceptó una invitación de la reina Cristina de Suecia para ser su "profesor particular".

El once de febrero de 1650 falleció a causa de una neumonía a los cincuenta y tres años de edad, con el descubrimiento de la geometría analítica a sus espaldas, la formulación de la ley de inercia y uno de los enigmas mayores formulados en la historia de la filosofía: la necesaria, aunque difícil relación, entre la mente y el cerebro humanos.

Hoy día es considerado el iniciador de la filosofía moderna.

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