Él es el mar,
la bruma salada,
es la presencia recurrente,
el nervio,
la pausa.
(De pronto emerges,
y ríes,
porque sabes que te miro).
Tu boca susurra,
grullas o dragones,
o ciervos y calamares,
plenitud,
vacío,
como espuma diluyendose en la arena.
Y ocultas la comisura de tus labios.
¿Crees que podríamos vivir de lo que recojamos de los árboles?.
Es que no puedes con tu genio,
te responde el viento desde los acantilados.
Una piedra cae y crepita,
más abajo todo calla.
Porque es en tus fondos donde he descubierto el silencio.
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