miércoles, 11 de julio de 2012

Marco Aurelio Antonino Augusto

Vario Avito Basiano, supuesto hijo de Caracalla, fue nombrado emperador romano en el año 218, tomando el nombre de Marco Aurelio Antonino Augusto, y accedió al poder de la mano de su abuela Julia Mesa.

Esta misma abuela de la que se dice que encargó a los legionarios que lo violaran convirtiéndolo en el juguete sexual de las tropas que debian auparlo al poder como una marioneta, creando un monstruo por el cual controlaría el poder de Roma, un niño al que le robaron la inocencia y la cordura, una víctima. 

A la edad de cinco años fue nombrado sacerdote principal del dios sol, El-Gabal en Emesa (Siria), cuyos ritos introdujo en Roma, de ahí el nombre por el que pasaría a la historia, Heliogábalo (Elagabalus), nombre que se le dio mucho tiempo después de su muerte en el año 222.

Para el cual construyó en el monte Palatino un templo al que llamó Elagabalium, en el que fue colocado el dios, una piedra sagrada traída desde Emesa, esta era un meteorito negro en forma de falo del que Herodiano, escribe:

"esta piedra es venerada como si hubiese sido enviada desde el cielo, sobre ella hay algunos trozos sobresalientes y unas marcas a las que apuntan, respecto de los cuales el pueblo pretende creer que son una imagen del sol, porque es así como los ven".

Y cada solsticio de verano, se organizaba una fiesta muy popular entre los romanos pues repartía comida gratis y donde la piedra desfilaba por las calles de Roma en un carro adornado de oro y joyas.

"Un carro tirado por seis caballos llevaba a la divinidad, los caballos enormes y de un blanco puro, con caros arreos de oro y ricos ornamentos. Nadie sostenía las riendas, y nadie llevaba el carro; el vehículo era escoltado como si el propio dios fuera el auriga. Heliogábalo corría hacia atrás enfrente del carro, mirando al dios, y sosteniendo las riendas de los caballos. Hacía todo el viaje de esta forma, al revés, mirando al rostro de su dios".

Desarrolló entre sus contemporáneos una reputación de excentricidad, decadencia y fanatismo que fue probablemente exagerada por sus sucesores y rivales políticos.

Se casó hasta cinco veces y se dice que otorgó favores a sus amantes masculinos, se le acusó de haberse prostituido en el palacio imperial, a causa de ello, es uno de los emperadores romanos más vilipendiados por los historiadores antiguos.

Y para empezar, se casó con una sacerdotisa vestal, Julia Aquilia Severa lo que pasaba a ser una blasfemia de las gordas porque las vestales eran, y tenían que ser, vírgenes durante treinta años —so pena de morir enterradas vivas—.

Después lo haría con Julia Cornelia Paula y después con la viuda Annia Faustina a cuyo marido mandó ejecutar, aunque solo fue, al parecer, para aprender las artes amatorias de ellas.

"Se casó con muchas mujeres y fornicó con incluso algunas más sin sanción legal alguna; pero no es que sintiera necesidad de ellas, sino que simplemente quería imitar sus acciones cuando yaciera con sus amantes y quería hacerlas cómplices de su desenfreno asociándose con ellas de forma indiscriminada. Utilizó su cuerpo tanto para hacer como para permitir que le hicieran muchas cosas extrañas, de las que nadie podría resistir hablar u oír sobre ellas; pero sus actos mas conspicuos, aquellos imposibles de ocultar, fueron los siguientes: le gustaba ir a las tabernas por las noche, llevando una peluca, y allí ejercer el oficio de las buhoneras. Frecuentaba los prostíbulos más notorios, expulsando a las prostitutas para hacer él mismo de puta. Al final, dispuso una habitación aparte en el palacio y allí llevaba a cabo sus indecencias, siempre de pie, desnudo, a las puertas de la habitación, como hacen las rameras, corriendo las cortinas que colgaban de arandelas de oro, mientras que con una voz suave y melosa abordaba a los transeúntes"., Dión Casio.

En cuanto a su madre......

“Se sentía tan apegado a su madre –dice Lampridio-, que no hizo nada en la
república sin consultarla, mientras que ella, que vivía como una cortesana, se abandonaba en el palacio a todo tipo de desórdenes. Por eso, sus relaciones conocidas con Antonio Caracalla dejaban naturalmente algunas dudas sobre los orígenes de Vario. Incluso hay quienes llegan a decir que el nombre de Vario le había sido dado por sus condiscípulos, como nacido de una cortesana, y, por consecuencia, de la mezcla de varias sangres”.

Su madre; “vivía como cortesana –dice Lampridio-, incapaz de resistir sus caprichos. Y todos, hasta los más mínimos esclavos, enrojecían de sus libertinajes”..

El emperador de Roma, el primer ciudadano entre sus iguales del Imperio, no sólo era un "pathicus" (varón libre que en sus relaciones "homosexuales" desempañaba el papel pasivo), sino que además practicaba la "fellatio", que es el acto más ruín que se podía producir en la Antigüedad, hasta tal punto que las prostitutas cobraban un plus por practicarla, se supone que era por la falta de aseo personal.

Y según lo describe Herodoto:

"Se vestía con los más costosos modelos tejidos en púrpura y oro y se adornaba con collares y brazaletes; en su cabeza llevaba una corona en Forma de tiara cubierta de oro y de piedras preciosas. Su atuendo estaba entre las vestiduras de los sacerdotes fenicios y la lujosa indumentaria de los medos (…). Al verlo de esta manera, Mesa (su abuela) se enfadaba mucho (…) aquellos atavíos no eran propios de hombres sino de mujeres".

"... y no trataba de ocultar sus vicios. Aparecía en público con los ojos pintados y con carmín en sus mejillas, afeando su rostro, hermoso de natural, con maquillajes lamentables".

"Sentían aversión por él al verlo con la cara maquillada, con más exageración que la permitida a una mujer decente, y ataviado afeminadamente con collares de oro y vestidos ligeros, bailando de tal forma que todos se fijaran en él".

No conforme con esto intentó ser de facto una mujer por lo que:

"Llevó su obscenidad hasta tal punto que preguntó a los médicos si podían idear la manera de introducir en su cuerpo una vagina de mujer por medio de la incisión, prometiéndoles a cambio enormes sumas de dinero"., dice Dión Casio.

Se casó con un esclavo llamado Hierocles, al que parece quería proclamar Emperador, siendo él la Emperatriz.

"El marido de esta "mujer" era Hierocles, un esclavo cario, ya favorito de Gordius, de quien había aprendido a llevar un carro".

"Ciertamente, también otros hombres eran frecuentemente honrados por el emperador, volviéndose poderosos, algunos por el apoyo que le había prestado y otros porque habían cometido adulterio con él. Dado que deseaba tener una reputación de adúltera, en este aspecto también imitaba a la mayoría de las mujeres impúdicas, y a menudo se permitía ser pillado "in fraganti", a consecuencia de lo cual acostumbraba a ser violentamente reprendida por su "marido" y golpeada, hasta ponerle los ojos morados. Su afecto por este esposo no era una inclinación suave sino una pasión ardiente y firmemente asentada, más aún cuando después de este severo trato vejatorio, lo amaba aún más y deseaba coronarlo César en ese mismo instante".

También había organizado un grupo de personas que le buscaban hombres muy dotados por todo el imperio, sobre todo los llamados "onobelos" o sea que la tenían como un burro y es que parece que le hacían tilín las gordas.

"Aurelio Zótico, un nativo de Esmirna, a quien también se apodaba "el cocinero" por el empleo de su padre, entró en la vida del emperador a través del amor y del odio, y fue este último el que lo salvó. Este Aurelio no sólo tenía un cuerpo escultural, visto que era un atleta, sino que superaba con creces a todos los demás en el tamaño de sus partes pudendas. Este hecho se lo notificaron al emperador aquellos que estaban al acecho de tales cosas, y el hombre fue rápidamente arrancado de los juegos y llevado a Roma, acompañado por una inmensa escolta, mayor que la que Abgarus había tenido en el reinado de Severo o Tiridates en el de Nerón. Lo nombraron cubiculario antes siquiera de que lo hubiera visto el propio emperador, se le honró con el nombre del último abuelo, Avitus, se le adornó con guirnaldas como en una fiesta, y entró en el palacio iluminado por la deslumbrante luz de un montón de antorchas. Sardanápalo (el emperador Heliogábalo), viéndolo, saltaba con movimientos rítmicos, y cuando después Aurelio se dirigió a él con el saludo usual "¡ave, mi señor emperador!", inclinó su cuello hasta asumir una pose encantadoramente femenina, y dirigiendo sus ojos hacia él con una melosa mirada, le respondió sin ningún titubeo: "no me llames señor, llámame señora". A continuación Sardanápalo se encontró con él en los baños, y, descubriendo que la realidad era igual a su reputación, ardió incluso en mayor deseo, y reclinado sobre su pecho, cenó como hacen algunas damas enamoradas. Pero Hierocles temiendo que Zótico pudiera cautivar al emperador de manera más completa que él mismo pudiera y que por ello él podría temer alguna consecuencia terrible, como tan a menudo ocurre en los casos de amantes rivales, motivó a los escanciadores, que estaban de su parte, para que administraran una droga que abatiese la enorme potencia masculina del otro. Y así Zótico, tras toda una noche de azoramiento, siendo incapaz de conseguir una erección, se vio privado de todos los honores que había recibido y se le expulsó del palacio y de Roma, y posteriormente de Italia; y así salvó su vida".

Todo esto más los cambios que hizo en la religión provocó que perdiera el apoyo de los que le instauraron en el poder, con su abuela Julia Mesa en cabeza que se decidió por Alejandro Severo.

Hacia el año 221, las excentricidades de Heliogábalo, especialmente su relación con Hierocles, enfurecían cada vez más a los soldados de la Guardia pretoriana.

Cuando Julia Mesa se dio cuenta de que el apoyo popular al emperador estaba desapareciendo rápidamente, decidió que tanto él como su madre, que lo había apoyado en sus prácticas religiosas, tenían que ser sustituidos.

Como alternativa, se volvió hacia su otra hija, Julia Avita Mamea, y su hijo de 13 años, Alejandro Severo.

Convenció a Heliogábalo para que adoptase a su primo como heredero, le diese el título de césar y compartiese con él el consulado de ese año.

Sin embargo, Heliogábalo reconsideró su decisión cuando comenzó a sospechar que la Guardia Pretoriana prefería a su primo antes que a él.

Después del fracaso de varios atentados contra la vida de Alejandro, Heliogábalo privó a su primo de sus títulos, revocó el consulado e hizo circular la noticia de que Alejandro estaba próximo a la muerte para ver cómo reaccionarían los pretorianos.

Se desencadenó un motín, y la guardia exigió ver a Heliogábalo y Alejandro en el campo pretoriano.

El emperador accedió a ello y el 11 de marzo de 222 se presentó con su primo y su madre Julia Soemia.

Al llegar, los soldados aclamaron a Alejandro, mientras ignoraban a Heliogábalo, quien ordenó un arresto sumario y la ejecución de cualquiera que hubiese intervenido en esta revuelta.

A modo de respuesta, los pretorianos atacaron a Heliogábalo y a su madre:

Lampridio dice:

"… primero dieron muerte a los cómplices de las liviandades de Heliogábalo de distintas maneras, puesto que a unos les hacían perecer después de arrancarles las partes vitales y a otros les acribillaban a heridas comenzando por sus partes bajas, para que su muerte estuviera en consonancia con la vida que habían llevado; después de esto se dirigieron contra él y le asesinaron en una letrina en que se había refugiado.

A continuación le arrastraron públicamente. Los soldados sumaron una afrenta más a su cadáver, pues le lanzaron a una cloaca. Pero, como se dio la casualidad de que no cabía en ella, le arrojaron al Tiber por el puente Emilio, después de atarle un peso para que no flotara, con el fin de que jamás pudieran darle sepultura. Además habían arrastrado ya su cadáver por la arena del circo antes de arrojarlo al Tiber".

Sus edictos religiosos fueron revocados y El-Gabal devuelto a Emesa y se decretó sobre su persona la "damnatio memoriae", que implicaba que su nombre fuese borrado de todos los documentos públicos.

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