viernes, 17 de agosto de 2012

Oro

Durante muchos siglos se tuvo al oro como un remedio eficaz para curar enfermedades, en época de Plinio ya se empleaba y en la farmacopea de los árabes alcanzó gran renombre, incluso el rey Luis XI de Francia, bebía oro contra el mal de San Vito, brebaje que se preparaba con 96 doblones de oro.

Marsilio Ficino escribió:

"Todos los autores recomiendan el oro como el medio más suave y más libre de toda corrupción entre todas las materias conocidas. A causa de su brillo estaba consagrado al Sol, por su semejanza con el astro Júpiter. Por esta razón es capaz de templar maravillosamente el calor con la humedad, y conservar de la corrupción los humores corporales. Es capaz de llevar, junto al calor del sol, el calor jupiterino a las distintas partes del cuerpo.

Es preciso, con este fin, que el estado sólido del oro se haga más suave y más apto para ser absorvido. Sabido es, en efecto, que los medicamentos que ejercen influencia sobre el corazón, lo hacen cuando la fuerza activa que poseen sufre lo menos posible.Para que el organismo sufra lo menos posible, o sea la más mínima; lo primero seria, pues, que el oro líquido pudiera prepararse desprovisto de toda materia extraña. Por esto sólo se puede conseguir, en el mejor de los casos, pulverizado y hecho láminas finas".


Y continúa con una receta de como aplicar el oro liquido.

"Se cogen flores de Corago, vuglosa y melina en el momento en que el sol entra en Leo. Se hierven estas flores en agua de rosas, con azúcar blanco diluido en el agua, y por cada onza de este brebaje se añaden tres laminillas de oro, ingiriéndolo en ayunas con un poco de vino blanco".

Como ejemplo de su uso con consecuencias más bien desastrosas, un remedio que intentaba frenar las secuelas que la viruela dejaba en la cara.

Kaleman Mikes relata en una de sus cartas literarias (1718):

"Se suele curar a las damas distinguidas de otra manera que a las demás. En cuanto cayó enferma la esposa de Berchényi, hubo consejo de numerosos médicos, y cada cual proponía otra cosa para que las viruelas no se vieran y la belleza se conservase, por lo que le cubrieron la cara con una fina lámina de oro, haciéndole una máscara. Tuvo que permanecer así durante algún tiempo. Pero al fin fue preciso quitarle el oro, pues es imposible pasearse con la cara dorada, ya que, a pesar de todo, la cara de color de rosa gusta más que la dorada. Entonces surgió una gran dificultad.
¿Como quitarle la mascarilla?. Emplearon sin éxito toda clase de líquidos por lo que fue preciso quitarla con un punzón, poco a poco y por partes. Consiguieron sacárselo todo, pero el oro se había secado tanto en la nariz que la labor resultó todavía más difícil. Por fin lo lograron, si bien la nariz se le quedó completamente negra. Por esta razón no podría recomendarle a nadie que se hiciera dorar la cara"
.

La carta solo habla de la nariz de la señora Berchényi, por lo que se supone que la receta no  fue del todo satisfactoria en cuanto a resultados en el resto del bello rostro.   

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