martes, 29 de septiembre de 2009

Destrucción de Jerusalén

Jerusalén, la mil veces atormentada y violada doncella de Israel.

La Jerusalén del Mesías, es una triste invención donde lo único autentico es el muro de Las lamentaciones, donde aun hoy lo judíos siguen orando.

Cuando en el año 64 d.c., llegó como procurador Gesio Floro, que pronto se caracterizó por sus represalias, su salvajismo y violentas matanzas, se estaba fraguando el cristianismo.

Y cuando ordeno una represión salvaje por las calles de Jerusalén la situación estalló, según cuenta Josefo:

"Los judíos, desde los techos de las casas, atacaron a los romanos con lluvias tan violentas de piedras y saetas que, incapacitado de ofrecer resistencia alguna, o preso entre la muchedumbre entre las estrechas callejas, Floro se vio obligado a replegarse hacia el palacio, con el resto de sus tropas".

Entonces los judíos se fortificarón en el Templo interior, cortando los accesos a la fortaleza, Floro al no poder reducirlos regresó a su cuartel en Cesárea y expuso la situación a Cetio Galo, gobernador de Siria.

Mientras los judíos espoleados por su victoria, se prepararon para dar el golpe que les librara de los romanos.

Era el año 66 d.c. y esta guerra iba a durar 5 años, terminando como siempre, con la destrucción del Templo y de la ciudad entera.

Los zelotes al mando de Menajem, capturaron la fortaleza de Masada, después emprendieron camino a Jerusalén donde ocuparon la fortaleza Antonia.

Las tropas romanas que fueron derrotadas en ella, en represalia, asesinarón a todos los judíos de Cesárea.

Esto encendió aún mas los ánimos y toda Judea se levantó en armas, convirtiéndose aquello en una guerra abierta.

Entonces Cetio Galo se decidió a actuar y con un gran ejercito sitió Jerusalén, pero la ciudad no cedió, obligando a Cetio a levantar el sitio y se retirarse al norte.

Mientras los judíos iban acometiendo su retaguardia y sus flancos, a la defensiva llegó al desfiladero de Bet Horon, y en ese momento los judíos parapetados en las laderas, hicieron una carnicería en las filas romanas.

Aquella retirada se convirtió en un salvese quien pueda, dejando el ejercito romano, el equipo, el avituallamiento y toda la maquinaria de guerra que fue llevada a Jerusalén.

Los vencedores sabían de sobra que Roma volvería, pues su orgullo no permitia una derrota de aquella envergadura, así que se prepararon para una dura resistencia.

No se equivocaban, pues Roma llamó a Vespasiano, su mejor general, que entonces comandaba la segunda legión en Bretaña.

Así en el 68 d.c., y después de luchar palmo a palmo en Palestina, pone sitio a la ciudad, pero al ser nombrado en ese momento Emperador de Roma, tiene que esperar hasta el año siguiente.

Una vez Vespasiano consolidado en el poder, envía a su hijo Tito Flavio Vespasiano, a Jerusalén y le otorga cuatro legiones.

En Jerusalén mientras tanto, se encuentran dos de los más importantes zelotes, Simón Bar Giora y Iojánan de Giscala, que organizan la defensa y que se habían enfrentado entre si varias veces.

Tito una vez que toma posesión de las fuerzas decide atacar la ciudad por el noroeste, en un furioso ataque con máquinas de asalto, torres y arietes.

La lucha fue desesperada, los judíos hacían salidas por sorpresa que mermaban las legiones.

Tito mando crucificar a los prisioneros junto a los muros, ese era el trato que los romanos iban a dar a los rebeldes, hasta que por fin cedió la primera muralla y toda la defensa se encerró en la segunda, que no tardó en caer también, aunque los romanos fueron masacrados en las estrechas callejuelas de la ciudad.

Ahora solo un muro separaba a sitiadores y sitiados, los romanos continuaban crucificando a los judíos que capturaban con vida y según Flavio Josefo que se encontraba en la batalla del lado romano, hubo días que se hicieron más de 500 crucifixiones.

Entonces Tito construyo una gran torre de asalto, para acabar con la resistencia en la Torre Antonia, pero los zelotes al mando de Giscala, socavaron un túnel bajo ella que sostuvieron con pontones de madera impregnados de brea.

Cuando los romanos colocaron los arietes en la torre, fue cuando los zelotes incendiaron las maderas con brea, al calcinarse, cedió la torre que se derrumbo entre grito, humo y piedras arrojadas por los defensores, los romanos corrieron llenos de espanto, ni intentaron sofocar las llamas.

Tito enfurecido por aquella derrota, preparó el golpe definitivo y mando construir 4 torres mas altas y más potentes que la anterior.

Con ellas atacaron de nuevo la Torre Antonia, hasta que cedió, y los romanos penetraron en la ciudad.

En ese momento Tito, pidió la rendición de la ciudad, a lo que se negaron los judíos.

Tito entonces ordenó arrasarlo todo, ciudad y Templo, durante seis días resistieron los judíos dentro del Templo, al noveno día los romanos incendiaron el Templo, la montaña parecía una gigantesca hoguera.

Fueron degollados niños, mujeres y ancianos.

Giora y Giscala, se fortificaron en el palacio de Herodes donde resistieron un mes más.

Así terminó el gran asedio romano sobre Jerusalén, los que escaparon con vida murieron como gladiadores en los circos y otros arrojados a las fieras.

Tito le llevó a su padre Vespasiano, como trofeo, el candelabro de los siete brazos de oro macizo, la Menora sagrada, que fue paseada por Roma junto con los libros sagrados.

Giscala murió en la defensa del palacio de Herodes, en cambio Simón Bar Giora, fue hecho cautivo, llevado al Foro con una soga al cuello y degollado públicamente.

Continuará..........

1 comentario:

Anónimo dijo...

No me he ido...
Lo que pasa es q la barrigota que estoy echando, me tiene entretenida y cansá :P