domingo, 13 de septiembre de 2009

El Sati

La tradición hindú del sati impone que las viudas se inmolen cuando su esposo ha dejado este mundo.

Según esta costumbre, casi extinguida, la vida de la mujer no tiene sentido más allá de la de su hombre.

El nombre sati hace referencia a la diosa del mismo nombre, que según la mitología hindú se auto-inmoló por amor a su esposo Shiva.

Un historiador griego que viajó a la India con la expedición de Alejandro de Macedonia, recogió la práctica del sati en la ciudad de Taxila.

Más tarde un soldado de la armada de Eumeses de Cardia relataría también esta practica citando a dos esposas que rivalizaban al querer ser cada una la pri
mera en arrojarse a la pira funeraria del marido que compartían.

Los griegos pensaban que el sati era practicado para desanimar a las mujeres a envenenar a sus maridos.


Y es que uno de los preceptos hindúes establece que cuando una mujer se queda viuda tiene tres opciones: incinerarse junto a su marido, casarse con el hermano menor de éste o llevar una vida de sacrificio.

Como siempre los sacerdotes, alteraron y falsificaron las escrituras que como el Rig Veda, establecen que las esposas habían de acompañar el cadáver de su marido hasta la pira funeraria, donde después de escuchar la recitación de los versículos pertinentes, se le ordenaba que dejara a su marido y volviera al mundo de los vivos.

Pero los brahmanes, quienes sabían perfectamente que jamas estuvieron prescritos tan horribles sacrificios, los alentaban, prometiéndoles la pureza transcendental y la paz eterna al lado de su marido.

Esta ceremonia era así:

La viuda llevaba una corona tejida con las raíces de una planta sagrada que se arrancaba a media noche en la confluencia de los ríos Ganges y Yumma.

Se le untaba el cuerpo y los vestidos con grasas y óleos sagrados, compuestos con anestésicos mágicos.

Sostenida por sus parientes, la viuda daba tres vueltas a la pira funeraria y después de despedirse de todos se arrojaba sobre el cadáver de su marido con una sonrisa en los labios, seducida por la esperanza en la vida futura que pronto iba a lograr.

Aunque existen grabados pictóricos y relatos escritos donde se describe a la viuda sentada junto a su marido en la pila funeraria todavía sin encender.

La mujer aparece atada para evitar que pueda huir en el momento de encender la hoguera.

Hay relatos que citan a la mujer drogada e incluso a hombres que ayudados con palos evitan que la mujer huya de las llamas.

Este ritual, se practicaba mucho en la Edad Media y fue prohibido por primera vez en 1829, cuando India era colonia inglesa.

Y las palabras atribuidas al General Napier nos muestran la aptitud británica.

"Vosotros decís que es costumbre quemar a viudas. Muy bien. Nosotros también tenemos costumbres: cuando un hombre quema a una mujer viva, atamos una cuerda alrededor de su cuello y lo colgamos. Construye tu pira funeraria; al lado mis carpinteros construirán una horca. Vosotros debéis continuar con vuestras costumbres. Y nosotros continuaremos con las nuestras".

Pero, aunque parezca mentira aún hoy se sigue esta tradición que las autoridades indias no logran erradicar .

Hoy día las mujeres hindúes de ciertas comunidades rurales, que se quedan viudas son enviadas al ashram (hogar de acogida donde deben pasar el resto de su vida).

El ashram, es un espacio de sacrificio donde convivirá con otras viudas.

Lo que las señala como viudas es la cabeza rapada y llevar una túnica blanca como muestra de su condición social.

En el 2001 había censadas más de 34 millones de viudas en situación de exclusión social, 11 millones de las cuales vivían en ashrams en la más absoluta miseria.

2 comentarios:

Pablo Hernández Pérez dijo...

Viva la religión.

Un saludo.

odoagro dijo...

Pues si, además es incomprensible como las religiones (casi todas por no decir todas) vapulean a la mujer y estas son las que más creen en ellas, es digno de analizar.
Un saludo.