sábado, 19 de septiembre de 2009

IFIS

Ifis, nació niña, en contra de los deseos de su padre Ligdo, que al saber que su esposa, Teletusa, estaba embarazada le hablo así:

"Dos cosas hay que yo solicitaría de la divinidad: que te veas libre de esto con el menor dolor, y que des a luz un varón, la otra condición es más gravosa; si llega a suceder que de tu parto es alumbrada una hembra, a disgusto te lo encargo, perdoname, que se le dé muerte".

La decisión de Ligdo es firme y aunque Teletusa intenta hacerle cambiar muchas veces de opinión no lo logra.

Una noche en sueños se le aparece Isis, acompañada por el cortejo de sus misterios, en la frente tiene los cuernos de la luna, con ella están Anubis, Bubastis, también el que reprime la voz y ordena silencio con el dedo, y el nunca suficientemente buscado Osiris y la diosa le habló así:

"Teletusa, que formas parte de las que me son fieles, abandona tus preocupaciones y olvida el encargo de tu marido, no dudes en criar lo que alumbres, sea lo que sea, pues yo soy la diosa del socorro y otorgo mi ayuda cuando se me invoca, y no lamentaras el haber venerado a una divinidad ingrata".

A la mañana siguiente se levantó alegre y llegado el momento del parto, nació de ella una hembra sin que el padre se enterara, ordenando que la criaran afirmando falsamente que era un niño.

Fue creída y solo la nodriza estaba enterada del engaño, Ligdo cumpliendo sus votos, le pone el nombre del abuelo: Ifis.

Teletusa se alegra pues el nombre era común para los dos sexos y con su uso nadie podría quejarse de fraude.

Así comenzó el fraude, y siguió oculto bajo una piadosa falsedad.

El atavio era de niño, el rostro tal, que lo mismo se podía atribuir a un niño que a una niña, para ambos era hermoso.

Todo transcurría lentamente y a una estación le sucedía otra, hasta que un día su padre, considerando que tenia ya edad para casarse, lo prometió a la rubia Iante, que era la muchacha más admirada entre las de Festo por el don de la belleza.

La misma edad tenían ambas, la misma belleza y de los mismos maestros recibieron enseñanza.

Así el amor, tocó los inexpertos corazones de ambas y produjo igual herida, aunque las esperanzas no eran iguales:
Iante desea el matrimonio y más el momento de la realización de la alianza, creyendo que su futuro marido es un hombre.
Ifis por su parte, ama a Iante, a quien no sabe como gozar, esto acrecienta sus ardores y se abrasa.

Mujer por una mujer, hombre en cuerpo de mujer, piensa:

¿Que fin me espera, si estoy poseída por un ansia que nadie ha conocido, y cuyo objeto es un amor imposible?.

Ni la vaca se siente inflamada por el amor de una vaca, ni las yeguas por el de las yeguas; inflama el carnero a las ovejas, tras el ciervo va su hembra.

También las aves se aparean así, y entre todos los animales no hay ninguna hembra que sea arrebatada por la pasión hacia una hembra.

Quisiera no serlo yo, sin embargo, para que Creta no sea privada de producir toda clase de monstruosidades, la hija del Sol (Pasifae) amó a un toro, aunque en todo caso era una hembra que amaba a un macho.

Mi amor, si he de decir la verdad, es más frenético que aquel, ella por lo menos fué tras la esperanza de los placeres del amor, ella. por lo menos y gracias a la falaz apariencia de vaca, recibió al bovino semental, y tuvo así un galán a quien engañar.

Y si Dédalo regresara aquí volando con sus alas de cera, ¿que podría hacer?, ¿podría convertirme de mujer a hombre con su ingeniosa técnica?, ¿te transformaría a ti, Iante? ¿por qué, no fortalezco mi alma y me recupero, arrojando estos ardores necios y desprovistos de razón?.

Mira lo que has nacido, a menos que te engañes también a ti misma y aspira a lo que te es licito, amando lo que debes amar siendo hembra.

La esperanza es lo que provoca el amor y la esperanza es lo que lo alimenta, y a ti la realidad te priva de la esperanza.

No es una guardia lo que te priva del anhelado abrazo, ni la vigilancia de un marido prevenido, ni la dureza de un padre, ni es ella quien rehusa entregarse a tus solicitudes, y sin embargo no te es posible llegar a poseerla, ni seria feliz aunque todo te fuera favorable y aunque en ello se esforzaran los dioses y los hombres.

Incluso en este momento de los anhelos que tengo formulados solo hay una parte que no sea una realidad, y los dioses, propicios para mi, me han dado cuanto he pedido, y lo que yo quiero lo quiere mi padre, lo quiere ella y también mi futuro suegro.

Pero no lo quiere la naturaleza, mas poderosa que todos ellos y la que me perjudica.

Y he aquí que es inminente el ansiado momento, se aproxima el día de mis nupcias e Iante va a ser mía............y no la tendré, pasaré sed en medio de las aguas.

Juno e Himeneo ¿para que venís a esta ceremonia en la que ambas somos novias?.

Mientras a Ifis le atormentan estos pensamientos, Iante se abrasa con más moderación y reza, pidiendo a Himeneo que acuda con presteza.

En cambio Teletusa, teme lo que desea Iante, después de haber aplazado la fecha, fingiéndose enferma y poniendo mil excusas, y ya agotadas todas las posibilidades de retrasar más el enlace, y a falta de un día, no sabe que hacer.

Así que cogiendo a su hija de la mano la lleva al templo de Isis y quitandose ambas la redecilla de su cabellos, se abrazan al altar con los cabellos sueltos, dijo:

"Isis, socorrenos y libranos de nuestro temor, a ti, diosa que en otro tiempo tome nota de tus ordenes en mi alma que no he olvidado; si ella ve la luz, si yo no he sufrido castigo, todo eso tú lo planeaste y a ti te lo debo; por ello te lo suplico, compadecete de las dos y prestame tu auxilio".

Las lágrimas siguieron a sus palabra, entonces, la diosa movió el altar y temblaron las puertas del templo, resplandeciendo los cuernos que semejan la luna repiqueteando el sistro.

Salieron del templo no sin inquietud y conforme caminan, Ifis, a pasos mayores de los que acostumbraba, su rostro ya no es tan blanco, sus fuerzas aumentan, acortándose la longitud de sus cabellos, haciéndose su fisonomía más enérgica.

Ofrecieron presentes al templo y añadieron una inscripción:

"Siendo un muchacho ha entregado Ifis los dones que prometió cuando era una mujer".

Al día siguiente el joven Ifis entro en posesión de su adorada Iante.

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