domingo, 13 de septiembre de 2009

Para-rayos

Mucho antes de que Benjamin Franklin, inventara el pararrayos, los antiguos ya hacían uso de él.

Por ejemplo y según Josefo, el templo de Salomón tenia la techumbre cubierta de multitud de afiladas puntas de oro.

Dicha techumbre comunicaba con el interior de la colina donde estaba edificado el templo, por medio de tubos conectados con la armadura exterior, por lo que las puntas servían de conductores.

Se da el caso de que no hay noticias de que durante más de mil años cayeran rayos sobre él.

En la India también se conocían los pararrayos, Ctesias los describe así:

"el hierro colocado en el fondo de un pozo con la punta hacia arriba, aguzada en forma de espada, adquiría tan pronto como se la clavaba en el suelo la propiedad de alejar las tormentas y rayos".

Por otro lado, los sacerdotes etruscos según Ovidio, iniciaron e instruyeron a Numa en el secreto de obligar a Júpiter Tonante a que descendiese a la tierra.

Es más, tanto Tito Livio como Plinio cuentan que Tulio Hostilio encontró en los "libros de Numa" las instrucciones necesarias para ofrecer sacrificios a Júpiter Elicio, equivocandose al seguirlas, siendo "herido por el rayo y consumido en su propio palacio".

Plinio al exponer los secretos de Numa indica dos procedimientos distintos, uno para provocar el rayo (impetrare) y otro para obligarle a caer (cogere).

Y aunque haya muy pocas pruebas de que los antiguos conocían los efectos de la electricidad, indudablemente estaban familiarizados con esta energía, ya que sabían como tratarla.

No hay comentarios: