domingo, 12 de julio de 2009

Metrocles


Metrocles tuvo desde muy temprano inquietudes filosóficas, pero no se sintió satisfecho hasta que encontró a Crates quien había conquistado fama de duro y se hizo discípulo suyo, abandonando sus pertenencias.

La primera cosa que Crates le aconsejó fue que fortificara el cuerpo y lo llevó consigo a la palestra para robustecerlo lamentablemente, durante un ejercicio de alzamiento de pesas, a Metrocles se le escapó un pedo y el hecho le pareció tan humillante que se decidió a morir de inanición.

Crates hizo lo imposible por disuadirlo y en un determinado momento, perdida ya toda esperanza, le preguntó:

-¿Prefieres la muerte a la vida?

-Sí.

-¿Debo deducir, pues, que sabes perfectamente lo que es la muerte y lo que es la vida?

-No, pero de todos modos quiero morir.

-¿Y no sientes curiosidad por saber que podrías llegar a ser, si tu decidieras a vivir? ¿Qué pierdes renunciando a la vida?

-¿Qué es lo que me pierdo? -preguntó el chico.

-Sígueme y lo sabrás.

Al día siguiente, con la primera luz, Crates se comió dos kilos de altramuces, hecho lo cual acompañó a Metrocles ante los arcontes.

-Mira bien: éstos son los arcontes de la ciudad: un día podrías ser uno de ellos.

Mientras decía esto, se inclinó ante los arcontes y soltó un pedo aún más estrepitoso que el de su alumno en la palestra.

Después lo acompañó a ver a los estrategos, a los prítanos y a los éforos, y cada vez dejó escapar un pedo increíble.

En resumen, tantos soltó que el muchacho vio que no era para tanto y renunció a la idea del suicidio.

Metrocles, con el tiempo, llegó a ser un gran filósofo y murió a edad muy tardía, dicen que.... estrangulándose con las manos.

Fue conocido como un experto en la anécdota breve, fácil de memorizar y utilizar como guía.

Poco más se sabe de su vida, salvo que por su mediación, su hermana Hiparquia conoció a Crates del que se enamoró.

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